Heidy Ramirez @ideagenial
El mundo no hace
más que hablar sobre la próxima cumbre climática. Probablemente la Encíclica
Papal contribuyó a que muchos empezaran al menos a pensar un poco en el tema
ambiental. Las predicciones sobre lo que puede surgir de este nuevo encuentro
son variadas y definitivamente Francia ha puesto todo su empeño en que, en cada
nación donde tiene representación diplomática, se lleven a cabo actividades
relacionadas. Puede que la humanidad esté haciendo su máximo esfuerzo, sin
embargo el planeta y su propia dinámica, no parece estar contribuyendo sino
saboteando el proceso. Caso especial es el fenómeno climatológico de El Niño
que está haciendo de las suyas, originando grandes sequías y fuertes
inundaciones donde le place. En cuanto a la primera consecuencia, las escasas
precipitaciones que reportan algunos territorios han sido origen de incendios
arrasadores que a su paso acaban con todo. El problema derivado y que tiene que
ver directamente con el cambio climático, es la cantidad de gases que se emiten
a la atmósfera como efecto. Aquí entonces pasan a segundo plano la polución de
las ciudades, la quema de combustible por fábricas y automóviles o cualquier
otro acontecimiento. Un incendio se convierte en una fuente productora de gases
que se liberan a la atmósfera elevando potencialmente la diferencia con los que
se consideran habitualmente. Caso especial y que últimamente ha sido tema
noticioso es el de Indonesia. En este país, las emisiones causadas por los
incendios forestales han sobrepasado las que produce Japón en todo un año y
antes de que llegue diciembre, podrían haber superado las de Brasil (datos de
la Global Fires Emissions Database). La contaminación que se ha expandido, ha
causado más de 500 mil casos de enfermedades respiratorias y en algunos de ellos
han producido la muerte.
Los incendios
que se han contado en el país asiático superan los cien mil este año y los
expertos han dicho que hay días en los cuales estos incidentes emiten más CO2
que toda la economía de Estados Unidos. Es el investigador holandés Guido van
der Werf, quien ha llamado últimamente la atención sobre este problema.
Una de las
causas es la composición del suelo, específicamente de la turba (capas gruesas
de restos de plantas en semidescomposición) que almacenan grandes cantidades de
dióxido de carbono. Cuando estas áreas son removidas para el uso agrícola, se
libera el gas de forma natural, pero si por alguna razón se encienden, el
proceso de combustión se hace prácticamente incontrolable y arrasa con
ecosistemas y poblaciones. La organización Greenpeace también ha registrado
algunos datos, logrando como hallazgo que el 36% de los incendios que monitoreó
estaban localizados en regiones de concesiones de terrenos para producción
agrícola de pulpa y aceite de palma. Las regiones más afectadas son Kalimantan
Central, Sumatra del Sur y Nueva Guinea, esta última considerada como la última
frontera en cuanto a bosques vírgenes. El asunto se torna complejo porque la
institución activista culpa a la industria aceitera de la degradación del suelo
para hacer las plantaciones, mientras que los representantes de este sector
económico lo niegan. La responsabilidad cae en tierra de nadie porque tampoco
el gobierno muestra documentos o mapas que respalden cuáles son las áreas que
realmente se han dado en concesión para la explotación. No obstante a juzgar
por una historia llena de episodios donde grandes áreas verdes han sido
sacrificadas para el cultivo de la palma, es poca la duda. En las últimas tres
décadas se han limpiado miles de hectáreas de bosques y turba en las regiones
anteriormente mencionadas para fundar plantaciones de palma aceitera extremando
así el riesgo que El Niño ha aumentado. El aceite de palma es un producto muy preciado tanto en el mercado doméstico
como el internacional como ingrediente para sopas y alimentos procesados,
jabones, cosméticos y otros productos de uso diario.
Los incendios
forestales son una amenaza para la salud de miles de seres humanos. El humo que
proviene de ellos mata cada año cerca de 100 mil personas en Asia suroriental,
como consecuencia de afecciones coronarias y pulmonares. Estos eventos en
Indonesia hacen pensar en que no solo debe enfatizarse en las cuotas que deben
cumplir las sociedades industrializadas para no sobrepasar los dos grados de
aumento de temperatura en el planeta, sino también en la revisión y control de
las prácticas no vistas como determinantes sobre el cambio climático y que
definitivamente lo son. El debate sobre cuánto todavía puede durar la crisis en
Indonesia no llega a acuerdo. Algunos analistas dicen que ya está llegando a su
fin, otros calculan que será en enero. Lo cierto es que ya los daños han sido
considerables, las pérdidas económicas cuantiosas y se han agriado las
relaciones con los países vecinos. El daño ecológico aunque se sabe que existe
no ha sido cuantificado, pero de lo que sí hay seguridad, es que los incendios
se han propagado ya a uno de los refugios más importantes de orangutanes en
peligro de extinción en Sumatra y Borneo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.