Heidy Ramírez S. @ideagenial
La obsolescencia programada es la planificación o
programación de la vida útil de un producto por parte del fabricante de manera
de que pueda garantizarle que el consumidor pasado un tiempo determinado, tenga
necesariamente que volver a adquirir el articulo porque éste se ha
descompuesto. Una de las premisas básicas es que reparar el objeto resultaría
tan caro como adquirir uno nuevo. El mercado hace su parte ofreciendo cada día
versiones mejoradas que hacen irresistible una próxima adquisición. Otras condiciones
es que la sociedad cuente con suficiente poder adquisitivo y una cultura
arraigada del ¨comprar-desechar¨ para que este engranaje funcione. Realmente no
se puede negar que es placentero ir de compras y renovar la casa o las
pertenencias personales, pero existe un grave problema: mientras más
desechamos, más contaminamos el planeta.
Según la Organización de Naciones Unidas, se
generan unos 50 millones de toneladas al año de residuos electrónicos, que
acaban en un alto porcentaje, en vertederos de países en desarrollo. Antes los
destinos eran Asia, China o India pero en los últimos tiempos el continente
africano ha sumado este mal a los que ya tiene. Aunque la exportación de
residuos electrónicos es ilegal en Europa, el traslado se hace bajo la figura
de materiales reciclables, lo cual muchas veces no es cierto (la mayoría de los
equipos computadoras, impresoras, teléfonos móviles, neveras y otros resultan
inservibles). El asunto es grave porque no solamente implica el volumen de
desperdicios sino las sustancias y químicos peligrosos que emanan los productos
electrónicos y que contaminan el ambiente, generando además efectos biológicos
en el ser humano. En los países de destino tampoco se cuenta con las mejores
prácticas y estos materiales son manipulados hasta por niños que deambulan en
los vertederos a cielo abierto ayudando a sus familias a extraer los materiales
(como aluminio y cobre) que tienen los artefactos y generan algo de ingreso.
Sin embargo, aunque sean motivados por la crisis económica, se están dando
pasos interesantes. Hace más o menos un año el Parlamento francés aprobó multas
significativas y pena de cárcel para fabricantes que planifiquen la muerte de
sus productos. Cabe recordar que este país ha tomado muy en serio su política
de conservación ambiental y ahorro energético. Pero no se trata solamente de
los franceses, toda Europa tiene tiempo apuntando a la sanción sobre la obsolescencia
programada, bajo el argumento (entre otros) de que se generarían más empleos si
se desechara menos y se reparara más. Adicionalmente se ha emplazado a las
empresas a que faciliten la refacción, generen campañas de sensibilización
sobre la dependencia sin sentido de la moda y hasta se ha ideado un sistema de
etiquetado que informa al consumidor de las diferencias entre un producto
barato y otro más caro pero más duradero.
En España, este tema se ha convertido en oferta
electoral, para los venideros comicios
del 20 de diciembre cuando se elegirán a los representantes de las Cortes
Generales. En días pasados Recortes Cero-Los Verdes presentaron su candidatura y
tomaron banderas como legislar para impedir la obsolescencia programada, un
nuevo modelo de mercado basado en la sostenibilidad, el respeto por el medio
ambiente y por las personas, donde las empresas creen productos y servicios con
valor añadido para sus trabajadores y para el conjunto de los ciudadanos. En el
acto de presentación, los líderes de esta tolda comentaron que ya era tiempo de
parar de comprar cosas que no se necesitan, que acumulan cada vez más riqueza
en menos personas en todo el mundo. Hicieron un llamado a los ciudadanos a
actuar como los motores de cambio para estas nuevas prácticas. El tema
ecológico y el papel de los candidatos verdes es habitual en España, pero
pensando en Venezuela resulta constructivo comparar los dos entornos políticos,
las dos elecciones apenas separadas por días entre sí, e imaginarse cómo se
percibiría en el electorado nacional un mensaje semejante. Aun cuando la crisis
criolla difiere de la europea, y no abundan las ofertas de aparatos
electrónicos, tenemos problemas como artefactos de dudosa procedencia, con
escasa o nula garantía ofrecida por el fabricante, sin posibilidad tecnológica
de ahorro energético y seguramente con una obsolescencia más que programada,
que necesitaría sin dudas de una fracción política que tomara la vía verde como
campaña.
FRAILEJONES EN RETIRADA
Hace treinta años era normal
encontrar el frailejón, la planta emblemática de los páramos, a una altitud de 4.200 metros, en la
actualidad, se debe subir unos 300 metros para conocerlo. Este desplazamiento
posiblemente se deba a las presiones impuestas por las actividades humanas,
según explicó el venezolano Jesús
Mavárez, investigador del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS)
de la Université Joseph Fourier de Francia. El asunto estriba en que las
comunidades talan la vegetación para instalar potreros y queman la tierra para
cultivar papa, zanahoria y ajo, lo cual va alterando los ecosistemas conexos a
los frailejones. Mavárez participó recientemente en el III Simposio Venezolano
de Evolución, realizado en el Centro de Ecología del Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas (Ivic), donde se dieron cita 70 estudiantes de
posgrado, profesores e investigadores de diversas instituciones.
Asociados a los frailejones hay
una enorme variedad biológica que aprovecha el microhábitat cálido de la planta
para protegerse del entorno. Para amparar estos pequeños sistemas se necesita
el concurso de todos, tal como explicó el experto nacional. Afortunadamente en
la población de Misteques, en Sierra Nevada, se hizo una ordenación del espacio
junto con la comunidad, expertos de la Universidad de Los Andes (ULA) y del
Instituto Nacional de Parques (Inparques), y colectivos de la zona para regular
las actividades humanas que podrían afectar a esta especie. Es solo una acción
de muchas que pueden idearse.
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