La
declaración del Ávila, documento resultado de dos días de disertaciones en
materia de cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria expone que
Venezuela como país petrolero enfrenta desafíos complejos que demandan la toma
de decisiones precisas y asertivas apoyadas en un robusto apoyo
técnico-científico para el diseño de estrategias y acciones enfocadas a la
mitigación y adaptación.
Es una
tarea a la cual los investigadores y científicos se comprometen a seguir
respaldando incluso con la creación de un Observatorio Nacional del Cambio
Climático, que además sería clave para la tan esperada ley que está en proceso
de redacción en manos del Poder Legislativo.
Estas
ideas fueron producto del III Simposio de Cambio Climático, Agricultura y
Seguridad Alimentaria llevado a cabo en Caracas los días 8 y 9 de octubre bajo
la dirección de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales
(Acfiman) y con el apoyo de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat
(Anihven), la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad Simón
Bolívar (USB) y la Universidad Metropolitana (Unimet).
Las conferencias magistrales y
ponencias de este encuentro dejaron ver que si bien el país atraviesa una de
las crisis económico-política más compleja de su historia cuenta con un
potencial humano invaluable que pese a las carencias se mantiene en estudio
constante ofreciendo datos y en disposición a contribuir al desarrollo. Los
estudios de este simposio son insumo de primera mano para el diseño de
políticas públicas que disminuirían en buena medida los efectos que
innegablemente tiene y tendrá el cambio climático en la vida del venezolano,
sin distinción de ningún tipo.
En la instalación del evento,
Benjamín Sharifker, rector de la Unimet,
expuso que el cambio climático sin duda debe mucho a la actividad humana
y al consumo de combustibles fósiles, por lo cual ya muchos países se habían
volcado al uso de energías alternativas, realidad que presiona la reconversión
de la economía petrolera. En este sentido Venezuela tiene la gran
responsabilidad de reenfocar la explotación de sus recursos. También el
científico Ismardo Bonalde primer vicepresidente de la Acfiman al hacer
recuento de los simposios anteriores y otras actividades relacionadas con
cambio climático organizadas por la institución, hizo un llamado al actual
gobierno y a los que le sigan a invertir en la investigación científica como
base de la promoción del desarrollo del país.
La
seguridad alimentaria, un problema de poder y de pobreza
Una de las conferencias de
apertura correspondió al académico (Acfiman) Carlos Machado Allison, quien
expuso que un elemento clave para hablar de cambio climático en Venezuela es el derecho a
la propiedad. “Si no se es dueño del suelo que se cultiva el agricultor piensa
en el provecho de un día y no en el futuro. Donde hay firmes derechos de
propiedad existe seguridad alimentaria, riqueza y procura de soluciones
ambientales”.
El tema según Machado no es
atendido por el Gobierno y en la opinión pública el cambio climático no va más
allá del uso de las bolsas plásticas y el deshielo en los polos, pero en el
resto del mundo ya se están dando importantes pasos apoyados por tecnología de
vanguardia que no se conocen ni se tienen no solo en Venezuela sino en buena
parte de Latinoamérica. En lo que respecta a seguridad alimentaria, se trata de
procurar producir, procesar y distribuir suficientes alimentos para una
población pero que también ésta tenga la posibilidad de adquirirlos, lo que
demanda una economía sana con acceso a los bienes y servicios. A su criterio en
agricultura se requerirá cambiar algunos cultivos por otros porque variarán las
condiciones climáticas, igual la ganadería tendrá que adaptarse a nuevos ciclos
de agua.
El
reto de alimentar al mundo y la pérdida de alimentos
En materia de seguridad
alimentaria algunas de las ponencias se enfocaron al aumento de la capacidad de
producción de las plantas y a la optimización de uso de recursos. Pero también
se habló de la pérdida de alimentos calculada en 1300 millones de toneladas
anuales por problemas de capacitación, educación y gerencia lo que a la vez
conlleva a gasto innecesario agua, energía y agroquímicos para obtenerlos.
En opinión de los expertos la
producción actual de alimentos es suficiente para la humanidad pero las
pérdidas son desmedidas. De allí que sean desafíos aspectos como calidad de las
cosechas, calidad de transporte procesamiento y empaque, infraestructura vial,
inteligencia de mercados, administración de inventarios, conocimiento de las
cadenas agroalimentarias y del consumidor final. El complejo sistema
agroalimentario requiere un importante gasto de agua, ocupa alrededor de 5 mil
millones de hectáreas, es responsable del 13,5% de las emisiones de CO2,
utiliza más de 200 millones de toneladas de fertilizantes y consume entre el 15
y 25% de la energía fósil disponible. De cara al futuro (2050) se espera un
incremento del 34% de la población mundial, concentrada mayormente en las
grandes ciudades y se pronostica que se requerirá cerca de un 70% más de
alimentos. Por todo lo anterior, es crucial promover en los países no solo el
desarrollo de habilidades para producir y consumir mejor ante la esperada
evolución humana sino también para hacer frente a las alteraciones que vendrán
por los cambios ambientales.
La
ciencia puede tener gran parte de las respuestas
Así como en otras etapas de la
historia del mundo, la actual más que presentar un escenario catastrófico,
invita a un reordenamiento. Eduardo Buroz, profesor, investigador y miembro
también de las Academias propone pensar más en un escenario de alerta y de
acciones más que uno fatal ante el cambio climático. “Debemos prestar atención
al manejo de los acuíferos y suelos, buscar variedades más resistentes en
agricultura y ganadería, mantener las líneas de investigación de las
universidades adaptadas a nuestra realidad y empezar a imaginar los sistemas de
producción que necesitaremos dentro de veinte años. Todo ello participando en
los planes globales de adaptación frente al cambio climático teniendo claro que
es un problema mundial”. Al respecto, Nelson Hernández de la Anihven en su conferencia sobre el uso de la energía en la
cadena alimentaria, propuso buscar modelos alternativos que sean capaces de
producir alimentos para todos, desde la eficiencia energética, biológica y
económica. “Un modelo multifuncional, creativo y atractivo que permita la
participación individual y colectiva en la construcción eficiente del insumo de
nutrientes que se necesita para la continuidad de la vida”. Lógicamente esto comprende
un sinfín de opciones, como las planteadas en las ponencias de este simposio,
que abarcan retomar conocimientos ancestrales en materia de producción,
promover especies autóctonas, educar a la población en la conservación
ambiental y nuevos modos de obtención de alimentos, reacondicionar los suelos
para la producción, buscar energías alternativas, lograr enfoques
multidisciplinarios en las investigaciones y hacer sinergia con expertos y
tecnologías de otras latitudes.
El punto final lo pondrá la
capacidad de llegar a un consenso. Tal como comentó en su conferencia el
profesor Rafael Rodríguez, investigador de la Universidad Centrooccidental
Lisandro Alvarado (UCLA), el gran desafío estará en la articulación de los expertos
y enfoques de investigación en materia de cambio climático con los tomadores de
decisiones. En un contexto donde existen conflictos entre los intereses a corto
y largo plazo y los problemas se interpretan de forma diferente según las
inclinaciones de cada grupo toca mucho trabajo por hacer para llegar al ideal que
es tener a todo un país enfocado al logro de un objetivo común frente a una
amenaza global ya innegable.
Para más información sobre la
Acfiman (@acfimanve) puede consultarse su página web: https://acfiman.org y para conocer el
programa de ponencias que se desarrolló en el simposio así como los
investigadores relacionados se puede consultar el enlace: https://acfiman.org/2019/09/04/simposio-cambio-climatico/