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miércoles, 21 de marzo de 2018

CIENTÍFICOS DEL IVIC DESCUBREN LA LEPTOSPIRA VENEZUELENSIS UNA BACTERIA MUY CRIOLLA



En las costas del estado Vargas.*La Secuenciación de Nueva Generación permite identificar esta nueva especie de bacteria en nuestro país"

Altos de Pipe, 16 de marzo de 2018 (Jesús Guerrero).-

Un grupo de científicos del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), específicamente del Laboratorio de Genética Molecular del Centro de Microbiología y Biología Celular, han descubierto una bacteria que cambiaría el panorama de muchos pacientes y futuros afectados en nuestro país, la cual fue denominada: “Leptospira venezuelensis”, que incide en las personas que trabajan el campo y tienen contacto con algunos animales, produciendo una enfermedad poco reconocida, leptospirosis.

La leptospirosis, enfermedad emergente común de los países tropicales, puede ser letal en más del 25% de los pacientes, sin embargo, muchos casos de leptospirosis, producido por la bacteria Leptospira, no son diagnosticados porque los síntomas son variables, además los médicos no la reconocen a tiempo, ya que las pruebas clínicas generalmente utilizadas para diagnosticarla son difíciles y toman semanas para dar resultados.

Esta investigación salió a la luz gracias al esfuerzo de varios especialistas del Ivic, entre ellos Lizeth Caraballo, quien motivada por la deficiencia informativa en casos y brotes de la bacteria, ha descubierto en nuestro país una nueva cepa de la bacteria Leptospira capaz de afectar a seres humanos por contaminación tras contacto indirecto con roedores y otro tipo de animales.

Foto: Edgar Jiménez
 Caraballo, tras realizar una pasantía de seis semanas en el Instituto Fiocruz en Salvador de Bahía, Brasil, para aprender sobre la bacteria perteneciente a la familia de las spirochetes, con una estructura larga y delgada que se asemeja a una espiral, comenzó un trabajo en las costas del estado Vargas para determinar algunos elementos nuevos alojados en los pacientes que presentaban cuadros virales semejantes a la gripe común.

La enfermedad se caracteriza por desarrollar síntomas de fiebre, dolores musculares o de las articulaciones, patología renal, ictericia –cuando la piel vuelve amarilla indicando un problema del hígado-, y especialmente hinchazón del área alrededor de los ojos, lo que convierte a la enfermedad en un problema para diagnosticarla ya que muchos de estos síntomas están presentes cuando un paciente sufre de otras enfermedades más comunes como: dengue, zika, chikungunya, hepatitis, entre otros.

Para distinguir la leptospirosis de las otras enfermedades, Caraballo recabó muestras de orina y sangre de los pacientes infectados para practicar una técnica molecular con ADN que, en solo dos días, identificaba la presencia de la bacteria en ellos, en tal sentido, el gen ribosomal “rrs” de los aislados fue secuenciado en la Unidad de Estudios Genéticos y Forenses (Uegf) del Ivic. Los resultados demostraron que la gran mayoría de los pacientes fueron infectados con especies de Leptospira bien conocidas, pero inesperadamente, en cuatro pacientes fue encontrada una con una secuencia nunca antes descrita.

Bajo el mismo enfoque empleado por Caraballo, la especialista Yaritza Rangel obtiene resultados similares en aislados de Leptospira provenientes de muestras  de sangre y orina de un rebaño de ganado bovino en el estado Miranda sugiriendo la posibilidad de una nueva especie de Leptospira capaz de infectar una gran variedad de hospedadores.
Esta nueva cepa, descubierta por Caraballo y Rangel, debía identificarse mejor, es por ello que los investigadores procedieron a la utilización de una técnica nueva, denominada la Secuenciación de Nueva Generación, que permite examinar el genoma de una bacteria, es decir, la cadena de ADN completa de la misma.

Con el trabajo de Caraballo existía una serie de nuevos elementos para que los médicos en el área pudieran reconocer la presencia de la enfermedad, “en un primer momento, no reconocían la enfermedad por los síntomas que se asociaban con otros diagnósticos, pero la realización del estudio brindó componentes que permitían la identificación de la leptospirosis”, es por ello que el descubrimiento representa un hito para la ciencia en nuestro país, ya que en la entidad no se registraban datos concretos ni estudios de ningún tipo sino anécdotas o diagnósticos errados por la falta de información e investigación.
Ciencia bajo el lente de las nuevas tecnologías

Rafael y Lizet explicaron el proceso de secuenciación. Foto:Edgar JIménez
Ante esta investigación de tal relevancia, el Ivic realizó la adquisición de un Secuenciador de nueva generación, equipo tecnológico que permite la obtención, en 48 horas, de la secuencia completa del genoma de una bacteria, alrededor de 4 millones de nucleótidos. En el estreno de la máquina secuenciadora, su primera corrida, se secuenció el genoma de esta especie de bacteria, generando varios gigabytes de información, razón por la cual se implementaron herramientas bioinformáticas especializadas y computadoras con gran poder de cálculo.

Para llevar a cabo esto, el Lic. Rafael Puche, joven venezolano e integrante de la Uegf, mostró su interés en el campo de la bioinformática y genómica bacteriana. Gracias al convenio Bolívar-Artigas, Puche realizó una pasantía de investigación en el Instituto Pasteur de Montevideo, Uruguay, lo que fortalecería su conocimiento y la utilización de diversos programas bioinformáticos para comparar esta nueva cepa con otros genomas bacterianos.

Los resultados de la secuenciación del genoma, con el nuevo equipo tecnológico del Ivic confirmaron las impresiones preliminares del equipo, mostrando que el ADN de la nueva cepa, aislada en humanos, vacas y ratas, tiene menos del 90% de identidad con las otras 23 especies de Leptospira conocidas. Con este análisis  Puche demostró que esta nueva cepa cumplió con el criterio internacional para clasificarla como una nueva especia de Leptospira.

Los genomas de otras cepas, de las mismas características, aisladas de vacas y roedores fueron secuenciados a través de una colaboración con la Unidad de Bioinformática del Instituto Pasteur de Montevideo, integrado por el Dr. Gregorio Iraola y el licenciado Ignacio Ferres, quienes realizaron un análisis más exhaustivo, lo que permitió comparar el genoma de esta nueva especie con genomas de otros grupos de Leptospira patogénicos, intermedios y saprofíticos (Leptospira que no causan la enfermedad Leptospirosis).

El anuncio a la comunidad científica internacional sobre esta nueva especie fue publicado en febrero de 2018, en el International Journal of Systemic and Evolutionary Microbiology. En el trabajo también colaboraron: el Dr. Mathieu Picardeau, del Instituto Pasteur de Paris, jefe del laboratorio de referencia de Leptospira de Francia, y el Dr. Howard Takiff del IVIC, tutor de Lizeth Caraballo y Rafael Puche.

viernes, 9 de marzo de 2018

MARY LOU GOODWIN PIONERA DEL ECOTURISMO Y EL PAJAREO EN VENEZUELA

Un artículo exclusivo para la Revista Explora, iniciativa venezolana en su segunda edición, disponible en www.grupoexplora.com.ve ¡gracias a Alberto Blanco Dávila por dejarnos formar parte de este bello proyecto!


Un homenaje de Explora a quien fuera en vida parte de la directiva de la Sociedad Conservacionista Audubon además de modelo de la buena práctica del ecoturismo, líder de campañas a favor del ambiente, autora de la guía “Birding in Venezuela”, activista, amante y defensora de las bellezas naturales del país


Después de muchos años en el país y haberlo recorrido de punta a punta, levantando con placer las alas en cada ocasión, bañándose en sus ríos, transmitiendo a quienes la acompañaban un amor sincero por la tierra que disfrutaba y entrenando a los observadores de aves, Mary Lou Goodwin tomó la decisión de volver a Estados Unidos, su origen. “Pero no me hallo, no me siento feliz”, cuenta que ella decía Clemencia Rodner, una de sus incansables compañías. Y volvió. Ya se había acostumbrado al calor tropical y a la cercanía de la gente. Y se quedó hasta que su vuelo terminó en 2012, luego de haber dejado una marcada trayectoria en el ecoturismo y la observación de aves en Venezuela. En un merecido homenaje, Explora conversó con muchos de quienes disfrutaron su presencia para poder dejar testimonio del aporte de esta pionera de una de las actividades que podría ser otro distintivo de nuestro hermoso territorio: el ecoturismo.


Mary Lou Goodwin nació en Portland, Estados Unidos en 1925 y se licenció en Estudios Latinoamericanos. Llegó en los cuarenta a nuestras costas y empezó a trabajar como traductora para una compañía petrolera. Paradójicamente, si se piensa en su espíritu aventurero, hizo carrera durante años en una empresa de seguros y en paralelo fundó y desplegó las actividades de la Sociedad Conservacionista Audubon, dedicada  a las aves. Allí fue parte de la junta directiva, gerente de Conservación y Activismo y gerente también de Ecoturismo.


A Mary Lou se le debe la guía “Birding in Venezuela”, un manual para el observador de aves que documentó las especies, su plumaje y rasgos físicos, hábitos, ubicación y los lugares de anidada. Fueron más de cuatro ediciones para poder desarrollar feliz el pajareo. En la década de los noventa también se dedicó a la publicación de las listas de aves de muchos parques nacionales en colaboración con científicos del área, así se tienen las listas de las especies del Parque Nacional Tamá, del Guatopo, el Henri Pittier, Yacambú, el Cinaruco – Capanaparo, Morrocoy, Canaima, la Reserva Forestal de Imataca. Participó en muchas conferencias y congresos y además se dio a la maravillosa tarea de hacer decenas de grabaciones de los cantos de los pájaros en una labor que solo corresponde a un alma maravillada por el misterio de estos seres alados.

Alberto Blanco, director de Explora cuenta sobre MLG: “Yo no sabía identificar un zamuro de un gavilán pero ella me enseñó, me motivó y cambió mi vida. Me convirtió en todo un Guía de Observación, me inculcó el amor y el interés por las aves y la forma de organizar viajes muy responsables y de gran calidad. Dejó un legado incalculable, fue maestra e inspiró a cientos de personas”.  Con el paso del tiempo la labor de Goodwin fue tornándose más apasionada, tal como cuenta Alejandro Luy director de la Fundación Tierra Viva  quien compartió muchas excursiones con ella, “era una persona que se comprometía con una causa, muy testaruda, pero eso era su gran virtud, además de organizada y metódica.  Era capaz de levantar campañas internacionales en contra de programas como la cacería del tigre o ​contra la explotación de aves canoras. Eran acciones que lograba cuando no había internet, si acaso fax y por supuesto no existían las redes sociales”.


Un rasgo comentado por muchos de quienes la conocieron era su alimentación, que no dejaba de de ser muy cuidada y además de alta cocina a pesar de estar en parajes totalmente desprovistos de comodidades. David Ascanio recuerda “comer sus almuerzos era algo totalmente único,  siendo chamos teníamos acceso a alimentos y sabores que no conocíamos como la rúgula, las semillas de mostaza, panes con granos y tantos otros. Y también su forma de hablar, a pesar de pasar décadas en Venezuela, siempre mantuvo su acento musiú  por lo que era muy gracioso escucharla decir modismos venezolanos con acento extranjero”.


Clemencia Rodner, quien perteneció a Audubon y trabajó con Goodwin de una manera mucho más cercana, particularmente en excursiones y en la edición de la guía, fue quien la conoció más estrechamente, por eso con toda seguridad cuenta las anécdotas. “Ella empezó a trabajar con observadores pero también con científicos y así abrió la ruta para el turismo especializado, ayudaba en las investigaciones, a capturar y liberar los pájaros, hacer los registros, evaluar los microorganismos que los afectaban. Se sabía todas las especies criollas (son cerca de 1400), reconocía sus cantos, sus hábitos y dónde se ubicaban los especímenes. Ella simplemente se enamoró de este país. Menuda, delgada, ágil, energética, se levantaba a las cuatro de la mañana y tenía listas hechas con todo lo que iba a hacer organizado de antemano”. Los caminos recorridos fueron arraigándose y probablemente se gestó en Mary Lou la necesidad de hacer mucho más. Así, como conservacionista de alma vida y corazón empezó a desplegar su activismo ambiental, pero siempre teniendo como bandera la integridad, según cuenta Rodner “Conoció a Venezuela desde el Cabo San Román hasta el Cerro La Neblina y nunca pidió un medio para ella ni quería ninguna posición o puesto político”.


Un halcón activista


En 1995 en un artículo sobre Mary Lou publicado por The Daily Journal, diario de esa época que se editaba en inglés, Bridget Parker iniciaba el texto diciendo que no resultaba inapropiado compararla con un ave, aunque sí difícil porque ella lucía a veces inquisitiva como un petirrojo pero otras veces como un halcón que no soltaba la presa. Y esta última comparación se debía a su posición ante algunos problemas ambientales. Uno de ellos, la deforestación en el estado Mérida que amenazaba el hábitat del Gallito de las Rocas. Así empezó una campaña dirigida al Ministerio del Ambiente que fue escuchada y se paralizó la tala en la zona. Luego vino la Laguna de Píritu donde las poblaciones de flamencos se veían amenazadas por la instalación de camaroneras o las salinas en Los Olivitos en el Estado Zulia cuya explotación también atentaba contra los ecosistemas de la zona. También en los noventa emprendió la campaña en contra de la actividad minera en el Alto Caroní. En torno a este tema se recibieron miles de cartas de protesta de todas partes del mundo, acción propiciada por Mary Lou con el objetivo de obstaculizar no solo los daños a los recursos naturales sino la afectación de las zonas habitadas por los indios Maquiritare.

Miguel Lentino director de la Colección Ornitológica Phelps cuenta sobre esta faceta que Mary Lou era una persona correcta y tenaz. “Voló varias veces por la costa y vio como los sitios estaban siendo alterados, afectando los humedales y tumbando los manglares. Por tanto se dedicó a recopilar información de los casos y presentar las quejas. Esta parte del activismo respondió a que se le disparó el amor por el país y en consecuencia tuvo que enfrentarse a situaciones complejas y difíciles. Mantenía una posición muy crítica ante el Ministerio del Ambiente, organismo que afortunadamente para ese entonces era receptivo y aceptaba el diálogo. Ella era respetada y oída y al ser tan vehemente se ponía en serio dentro del problema y lograba soluciones. Era el motor de empujar cosas, así impulsó a Audubon al activismo pero con sustento e investigación. Fue la primera persona en hablar de ecoturismo por el lado de la observación de aves, un mercado muy importante en el mundo que en Venezuela tiene mucho potencial y también fue una maestra que enseñaba el amor por las aves y en general por los principios de la vida”.


Soliria Menegatti, quien también se desempeñó en Audubon y conoció a Mary Lou recuerda “como lo hizo Elizabeth Klein, otra extranjera que tomó a Venezuela como suya, recorrió el país varias veces en todos sus rincones, incluso ya con cáncer, para hacer la última actualización de su libro. Nada la detenía. Al final, vivió sus últimos días en su casa en El Junko, Caracas, con un hermoso comedero de aves donde llegaban más de 21 especies. Quedó entre nosotros su espíritu agradecido y alegre y sus cenizas, fueron esparcidas como ella quería, por todos sus amigos, entre las flores de su jardín”.  La mejor descripción de la trayectoria de esta mujer que ya forma parte de la historia ambiental del país la hace Clemencia Rodner al decir que Mary Lou Goodwin fue una verdadera trailblazer, una pionera, una abridora de caminos que supo inculcar en quienes la rodearon no solo el amor a las aves sino hacia todas las criaturas y las bellezas naturales de una tierra que adoptó y defendió. Habría que agregar además que su semilla suma al acervo nacional de valores humanos que toca a las generaciones venideras desempolvar, rescatar y elevar para la edificación del venezolano.