Una contribución de Wilfredo Jiménez Gómez @letrareverde Diario: Notitarde La Costa.
Puerto Cabello Edo. Carabobo. Fecha: 06-11-2015. Columna: BioDazibao Global. p6.
Estamos convencidos de que debido
a la escasez de agua que se ha acentuado durante este año, se ha generado una
especie de comercio especulativo del llamado líquido vital. Quienes viven en
edificios son los más perjudicados. Hemos escuchado testimonios de personas
quienes afirman que semanalmente se ven en la necesidad de pagarle a un
particular entre 600 y 800 bolívares por apartamento, para que los abastezca de
agua. Esto nos lleva a concluir que estamos frente a una acción especulativa,
estamos frente a un negocio redondo, porque ese particular casi seguro no paga
un bolívar por el agua que almacena en su camión y luego vende a precios
exorbitantes. Recordemos que el suministro de agua en los “llenaderos” está
controlado por organismos públicos para enfrentar la crisis producida por la
escasez, en adición a esto cabe destacar que entre los principios que rigen la
gestión integral de las aguas en el país, previstos en el Artículo 5 de la Ley
de Aguas de 2007, se encuentra que: “El acceso al agua es un derecho humano
fundamental” y también “El agua es un bien social. El Estado garantizará el
acceso al agua a todas las comunidades urbanas, rurales e indígenas según sus
requerimientos.” Otro principio es que “Las aguas por ser bienes del dominio
público no podrán formar parte de dominio privado de ninguna persona natural o
jurídica”. Esto último son argumentos que sustentan que el agua debe ser
gratuita o tener un precio asequible para el pueblo, pero nunca esa aberración
a lo que nos están sometiendo los mercaderes del agua.
Es necesario establecer controles
efectivos, la autoridad debe imponerse, no se puede permitir ningún tipo de
especulación o comercio horroroso en relación con el recurso agua. Por ello hay
que fortalecer y aplicar la legislación respectiva, cuidar de que la misma no
se transforme en letra muerta. No es posible que mientras la factura de la
empresa hidrológica en Venezuela oscila entre 140 y 600 bolívares mensuales por
el consumo de agua de una familia, resulta que personas inescrupulosas se aprovechan
del déficit de este recurso natural y la necesidad de la población para robar a
sus conciudadanos. Esto hay que repudiarlo y combatirlo; la sociedad tiene que
organizarse para librar esta batalla, porque la solución al problema del agua
no se avizora en el corto plazo, por lo tanto el racionamiento va para largo,
lo cual hace pensar que se incrementará la actividad de los camiones cisternas,
incluso de vehículos improvisados de transporte de agua. Esto lo decimos con
toda responsabilidad sin ánimo de ser profetas del desastre. Creemos necesario
que el Estado ejerza mano dura contra los mercaderes del agua.
Alabado seas, mi Señor
En el capítulo segundo de la
encíclica, en el título El Evangelio de la Creación, en el subtítulo El Misterio del Universo,
el Santo Padre expone que “Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos
(Sal 33,6). Así se nos indica que el mun¬do procedió de una decisión, no del
caos o la casualidad, lo cual lo enaltece todavía más. Hay una opción libre
expresada en la palabra creado¬ra. El universo no surgió como resultado de una
omnipotencia arbitraria, de una demostración de fuerza o de un deseo de
autoafirmación. La crea¬ción es del orden del amor. El amor de Dios es el móvil
fundamental de todo lo creado: Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo
que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo habrías crea¬do (Sb 11,24).
Entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar
en el mundo. Hasta la vida efímera del ser más insig¬nificante es objeto de su
amor y, en esos pocos segundos de existencia, él lo rodea con su cariño.” “Un
mundo frágil, con un ser humano a quien Dios le confía su cuidado, interpela
nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y
limitar nuestro poder.”
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