Diario:
Notitarde La Costa. Puerto Cabello Edo. Carabobo. Fecha: 19-02-2016. Columna: BioDazibao Global. p6. Autor:
Wilfredo Jiménez Gómez.
Ante la crisis
de la falta de agua, acudimos a la poesía para motivar a la formación de
conciencia ambiental. Para ello transcribimos la obra poética “Letras al desnudo…
conciencia verde”, autoría de Patricia Avilés Torres:
Gracias por el refrescante líquido, que sed de él,
tenía. Ni abrir mis pupilas puedo, que
revelan mi cansancio espiritual. Mi rubia cabellera delata la sequedad y
opresión que he vivido. Aquí acostada, siento el final, deteniéndome. Mi faz en
latitudes dividida. Perdona que desahogue mis penas contigo. Hermosa gota que
penetra en mí ser y me hace sentir que
tanta injusticia será recompensada. Quiero sentir, quiero gritar, quiero creer, que hay seres como tú que nunca me abandonarán. Sabes, hay mucho
daño en mi interior, a veces la herida
cala honda. Tantos lugares de mi bello planeta perforados por la necesidad, por
desconocimiento, por la sed de poder, por la dejadez, por el “hago luego”.
Todavía guardo en mi cuerpo
rebosado, el verde tejido, la pura calidez, mi virginal y
lozana silueta. La escondí de los
secos desiertos, de la destructiva
huella. Mi pisoteado e indefenso suspirar… huí de todo, del inconsciente
andar.
Verde y suave
era mi origen y aún no olvido cuando jugaba
sonriente en aquel lugar… aquella vez que
nos creó con ternura, el Creador. Recuerdo la
silenciosa brisa, el aire puro en mis
memorias, la cadenciosa canción de mis hermanos los bosques, que en frenesí,
hacían coro, dando gracias por tanta belleza.
También recuerdo
a tus hermanos, que en su actitud natural
me disfrutaban, como yo de ellos.
Al multiplicarse y en sus necesidades invadieron lugares que nos
pertenecían. Aún así, había cuidado, no nos sentíamos desprotegidos. Hasta que
vino el señor poder y con ojos luminosos clavó su sed en mí. Desbordando quimeras, destruyendo
ilusiones, nuestra casa. Y en consecuencia, nació la ruin maldad. También la inconsciencia nos
hizo sentir el que ya nada importaba.
Animales y
plantas muertas por doquier. Recuerdo la gran sequía y hambre en Sabel… allá
para el año 1968. Donde millones de
animales y alrededor de 200.000 seres
humanos perecieron. Los desiertos avanzan, destronando lo poco que me queda. El
ritmo humano va cautivando cada diminuto espacio verde, dejando desolados los
caminos y convirtiendo la sequía en un peligro inminente. Son los lugares donde
el pobre no puede defenderse, los que sufren el impacto más grande. Emigran y
dejan desolado, lo ya destruido y en países más desarrollados se conglomeran
multitudes que dificultan el crecimiento y prosperidad. Las guerras, la pobreza, el clima y otras
causas, llevan a estos lugares a quedar
en estados de sequías. Triste pecado el
humano roce. Colapso desmedido que atrapa mi andar.
Debo levantar mi
débil cuerpo y avanzar. Tengo que hablarles a tus hermanos de cómo manejar y
cuidar nuestro planeta, conservar el agua, hacer buen uso de ella, de la
tierra, de nuestra amada naturaleza. Cada ser vivo que hay en ella, va
desapareciendo. De ser conscientes tomando medidas, del mejor uso de nuestro lugar. Todos somos responsables, de
una u otra manera. Quiero creer en que habrá gente como tú, señora mía, que tendrá conciencia y compasión, aunque
estemos un poco tarde. Los gobiernos tienen en sí un inmenso reto, los
agricultores dependen de ayudas para poder labrar la tierra, obtener su
alimento y cubrir sus necesidades. Las grandes empresas que se creen de mí dueña y aniquilan la poca
vida y recursos... contribuyendo así a
lugares desérticos, grandes sequías. Creo en
la prevención, comenzar con la
educación temprana. Quiero creer que me levantaré, quiero sentir la
acción, quiero ser voz. Soy madre
natura, te hablo desde mi interior, herida, cansada pero con esperanza. Vamos
a unirnos, todos los pueblos, todas las
naciones.
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