Altos de Pipe, 26 de febrero de
2016.- Vanessa Ortiz Piñango vortiz@ivic.gob.ve
Comparable a la capa de los
superhéroes, el escudo de los guerreros romanos o el traje espacial de los
astronautas, la mayoría de los hongos tiene una cubierta externa que los
caracteriza y defiende del entorno. Sin esta poderosa estructura, conocida como
pared celular, estos seres fúngicos crecerían con anormalidades o simplemente
morirían.
Debilitar los elementos
constituyentes de esa cubierta ha sido de gran interés para el Instituto
Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), enfocándose en la búsqueda de
“genes involucrados en la síntesis de componentes de la pared celular como
posibles blancos para el diseño de potenciales drogas terapéuticas”, informó el
jefe del Laboratorio de Micología, Gustavo Niño.
En el Ivic se estudian las paredes
celulares de las especies Sporothrix schenckii y Sporothrix brasiliensis en
colaboración con investigadores de Brasil. Ambos hongos son dimórficos, es
decir, crecen y se desarrollan en dos fases, por lo que si cambian de forma, es
de esperar que también varíe la composición y organización de la pared celular.
“Dentro de cada especie hay cepas
y cada cepa presenta niveles de virulencia distintos. Hemos observado que la
virulencia de la cepa es más alta cuando tiene una mayor concentración del
polisacárido denominado rhamnomanan”, precisó el investigador del Laboratorio
de Micología del Ivic, Héctor Villalobos.
Adicionalmente, informó que otra
sustancia, el beta-glucán, se halla en mayor cantidad en las cepas con menos
virulencia. “Sabemos que el sistema inmune del ser humano está preparado para
reconocer el beta-glucán, lo que nos lleva a pensar que las cepas son menos
virulentas en la medida en que tienen más beta-glucán y menos rhamnomanan”,
aclaró.
La única condición para emprender
la batalla es mantener la inocuidad del antifúngico hacia el huésped, que en
este caso sería el ser humano. Es decir, “ver qué hay en la pared celular que
nosotros no tengamos para atacar al hongo con una terapia más efectiva y menos
dañina de las que existen en la actualidad”, aseguró Villalobos.
Universo en miniatura
Los hongos (del latín Fungi), como
las levaduras y los mohos, son seres vivos con una característica única: poseen
una pared celular formada por carbohidratos del tipo polisacáridos y ciertas
proteínas, cuya anomalía o destrucción total podría significarle la muerte.
Se calcula que en el mundo hay más
de 600.000 especies de hongos, de las cuales solo se han identificado unas
40.000. Viven en numerosos hábitats: de forma natural se encuentran en los
bosques, en asociación con las raíces de algunas plantas creando micorrizas, en
simbiosis con algas o cianobacterias dando lugar a líquenes o simplemente como
parásitos; así como en materiales sintéticos como la tela, plástico, vidrio,
metal, papel y carbón.
Los más microscópicos residen en
la boca, piel, uñas, intestino y vagina, y por lo general son inofensivos.
Entre los aportes del Ivic figura
la identificación, en la pared celular del hongo causante de
paracoccidioidomicosis, del alfa-glucán, un carbohidrato presente solo en la
fase patógena de dicho agente infeccioso. Asimismo, se han hecho contribuciones
importantes en cuanto a taxonomía se refiere, logrando detectar la existencia
de otra especie del complejo paracoccidioides, “que además tiene un
comportamiento clínico diferente. Si sabes cuál especie está afectando al
paciente, puedes pensar en el tipo de tratamiento que más le conviene”,
enfatizó el investigador del Centro de Microbiología y Biología Celular del
Ivic, Gustavo Niño.
La paracoccidioidomicosis
(provocada por paracoccidioides) es una micosis sistémica o profunda debido a
su capacidad para invadir los órganos. Se contagia por la inhalación de
partículas infectantes de sus agentes responsables y ataca los pulmones. Por estar asociada a deficiencias
nutricionales, en mayor medida afecta a los trabajadores del campo. En
Venezuela, es endémica de los estados Aragua, Carabobo (en particular de la
zona cercana al Lago de Valencia), Miranda, Monagas, Táchira, Trujillo, Falcón,
Bolívar y Lara.
Entretanto, la esporotricosis
(transmitida por algún miembro del complejo Sporothrix) es una micosis
subcutánea que genera lesiones en la capa exterior (epidermis) e interior
(dermis) de la piel, siendo la segunda de este tipo más común en el territorio
venezolano, después de la cromomicosis.
Si bien se relaciona con la
manipulación de la tierra, la esporotricosis no invade órganos, solo genera
cicatrices cutáneas, aunque en algunos casos puede llegar a ser bastante
agresiva.
Los fármacos más efectivos serán
aquellos que apunten sus armas antifúngicas hacia esos componentes de la pared
celular. Sin trajes especiales, escudos o capas que les permitan vivir, la
muerte del hongo está casi garantizada.
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