Diario: Notitarde
La Costa. Puerto Cabello Edo. Carabobo. Fecha: 19-12-2014. Columna: BioDazibao Global. p6. Autor:
Wilfredo Jiménez Gómez.
En las postrimerías del año uno
hace como un repaso de la vida pasada y afloran cantidades de recuerdos de todo
tipo, incluso episodios relacionados con el aspecto laboral que en nuestro caso
es el campo ambiental. Es por ello que hoy queremos compartir algunas de estas
remembranzas, unas reconfortantes otras desagradables. ¿Qué sería de aquellos
vecinos de la zona rural de Ciudad Ojeda, que protestaron la acción de los
funcionarios del ambiente, porque se le abrió una averiguación administrativa a
un particular que manipulaba y suministraba a la comunidad aceite dieléctrico
usado, porque el mismo dizque alivia el dolor en las coyunturas o
articulaciones?. Como se sabe este aceite es tóxico, por lo tanto su uso médico
es una incongruencia, es un dislate.
¿Que será de aquellos
profesionales del sector privado, que en una reunión pretendían en cayapa que
el Estado asumiera totalmente los costos de recolección de la lemna del lago?,
como si ellos fueran ejemplo de empresas limpias y estuvieran exentos de toda
responsabilidad. Ojalá hoy sean más sensatos y equilibrados.
¿A dónde estará aquel ciudadano
que en una declaración informativa producto de la apertura de un procedimiento
administrativo afirmó, con los ojos humedecidos y la voz quebrada, que él había
acudido a la cita para dejar claro que él no era ladrón, es decir, fue a
refutar la acusación de comisión de infracción ambiental asentada en el acta
policial?. Al final se comprobó que él estaba en lo cierto; ojalá que siga con
esos valores inquebrantables, transitando el camino de la honestidad.
¿Qué será de aquel grupo de compañeros estudiantes universitarios que una
vez Recogiendo basura alrededor de la Laguna de Mucubají, comenzamos a
reflexionar y discutir que nuestro papel no era precisamente ese, el de recoger
la basura que los demás botaban, sino que teníamos que ir más allá, es decir,
avanzar hacia una labor de formación de conciencia. Estábamos claros en que
obviamente alguien tenía que recogerla, pero nuestra visión no podía anclarse
allí, era necesario el cultivo de la educación ambiental.
¿Dónde estarán aquellos niños
que tuvieron la oportunidad de participar en los planes vacacionales en el
Ávila o Waraira Repano, allá en la década de los ochenta, y a quienes les
inculcábamos la importancia de conservar el ambiente?
Anomia y
anarquía
Esta semana hemos
visto, una vez más, el estado de anomia y anarquía que se vive en Morón. Por
ejemplo una comunidad trancó una vía para protestar por la falta de agua
potable. Otra comunidad agobiada por la polvareda y el tráfico automotor trancó
las calles alternas a la avenida Falcón, la cual está parcialmente inhabilitada
debido a la construcción de un drenaje de aguas de lluvia que ya lleva varios
meses en ejecución. Si bien la protesta es un derecho y puede ser totalmente
legítima, también es cierto que con frecuencia vulnera derechos (como por
ejemplo el libre tránsito) de personas que no tienen responsabilidad en los
sucesos que generan la protesta. Desafortunadamente se está haciendo frecuente
este hecho de cerrar calles y avenidas por cualquier motivo que las personas
consideren razonable, a fin de llamar la atención de las autoridades para que
den una pronta solución a problemas colectivos. Hay que agregar que veces las
trancas obedecen a motivaciones insensatas y anárquicas de personas
irresponsables. El colmo es cuando las trancas son causadas, sin proponérselo,
por instituciones del Estado, lo cual hace que el tráfico se torne un caos
descomunal e incida de manera negativa en la calidad de vida de la población.
Así estamos en el municipio Mora, entre anomia y anarquía.
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