Heidy
Ramirez S.
@ideagenial
En pocas
palabras, el fracking es el término en inglés para la extracción de gas y
petróleo mediante la fractura hidráulica. En
Estados Unidos es donde está más extendida esta práctica y es el país donde se han
reportado más problemas. Pero se estima que allí la generalización de este
método ha aumentado las reservas probadas de gas cerca y el cálculo de
existencia de petróleo, además de haber creado muchos puestos de trabajo y
aportes importantes a esa economía. Aunque ya se practicaba hace más de un
siglo, en los últimos años las polémicas lo han popularizado, probablemente
porque se ha extendido la conciencia ambiental y la presión social por buscar
fuentes de energías más amigables con el ambiente. Organizaciones no
gubernamentales como EarthJustice se han dado a la tarea de recopilar datos
sobre los casos más importantes en el mapa. La técnica consiste en inyectar una
mezcla de agua en la capa rocosa para fracturar la misma y permitir la salida
de los hidrocarburos. Desde un pozo vertical se llega hasta una profundidad de
entre 1000 y 5000 metros (muchas veces atravesando acuíferos), para acceder a
la roca que contiene el gas (o el petróleo). Pueden perforarse también varios
kilómetros en sentido horizontal u oblicuo. Se requieren enormes cantidades de
agua, arena y una combinación de productos químicos altamente tóxicos. Las
reacciones químicas y la presión de los fluidos aumentan la permeabilidad de la
roca y la fracturan, permitiendo la salida del gas y su ascenso a la
superficie. Este proceso puede repetirse docenas de veces en una misma veta. Para
los ambientalistas, es destructivo y su uso puede resultar nocivo tanto para
aguas subterráneas como superficiales, entre otros daños.
Los
defensores afirman que el líquido, mezcla que las
empresas no dan a conocer abiertamente, tiene
más de un 90 por ciento de agua y otra pequeña cantidad de aditivos que incluso
se encuentran en productos de uso cotidiano; pero los detractores expone que
tales componentes pueden afectar a humanos y a
ecosistemas. En un reciente artículo publicado por el diario El Pais,
de España, se comenta que en un estudio publicado en 2012 en la revista Science
of the Total Environment, se encontró benceno. Y según otro artículo publicado
en la revista Endocrinology, en el conjunto de sustancias que se emplean hay 12
consideradas disruptores endocrinos, esto es, alteradores del equilibrio
hormonal relacionados con infertilidad y cáncer.
Entre
otros efectos se incluye la contaminación del aire. La fracturación provoca
un aumento en el escape de metano, un gas de efecto invernadero mucho más
potente que el dióxido de carbono. Son conocidos los casos de incendios que se
han originado espontáneamente en el suelo en zonas aledañas a las
explotaciones, generando intensas llamas. La ocupación de terreno es otro
problema. Si se cuenta el área que se debe ¨tomar¨ para establecer los pozos,
serían miles de hectáreas que quedan totalmente inútiles para otra actividad.
En promedio, la duración de los pozos es de apenas cinco años, y una vez
terminada la explotación, la recuperación es poco probable.
Como
problemas ambientales, al aumento de tráfico y el impacto sonoro, se suma la
utilización de grandes volúmenes de agua. Un solo pozo necesita entre 4 y 28
millones de litros, lo cual afecta las fuentes hídricas, provocando sequías y
daños a la producción agrícola y ganadera. En cuanto a la contaminación, se han
reportado eventos en los cuales el agua ¨potable¨ se incendia al acercarle
fuego, por el metano que contiene. También en ríos y vertientes de Estados
Unidos y Argentina, el agua afectada con metano burbujea y se enciende.
Sobre
el riesgo sísmico atribuido al fracking, si bien no se ha dado la última
palabra, existen reportes que establecen relación entre los procesos de
inyección de agua a presión en el subsuelo y el aumento de la sismicidad en el
entorno. Se trata de la aparición cada vez mayor de ¨microterremotos¨ que van
aumentando en intensidad.
Las
posiciones en todo el mundo frente al fracking difieren. El Parlamento Europeo
ha pedido su regulación y la exposición pública de la fórmula de los
componentes que se inyectan al suelo. Algunos países han prohibido su uso:
Holanda, Francia, Bulgaria e Irlanda. En otras naciones está pendiente la
petición de suspensión. Hace poco una familia de Texas, logró que se le
reconociera el daño a su salud por el "fracking" practicado por la
petrolera Aruba Petroleum, recibiendo un fallo a favor y una indemnización por
más de dos millones de dólares. En caso contrario está Argentina, país donde se
desarrolla el método de explotación.
El
problema estriba básicamente en la demanda energética y en la dependencia económica
de algunos países de su producción de hidrocarburos. Lógicamente mantener el
modelo hasta ahora planteado es mucho más cómodo y menos caro que optar por la búsqueda
y el desarrollo de energías alternativas. Así como investigadores expertos han
hecho estudios concienzudos sobre las consecuencias del fracking, hay muchos
también que se han dedicado a demostrar que es improbable que el agua se
contamine con el proceso o que se influya considerablemente la actividad sísmica.
Entre una cosa y otra, entre un acuerdo y desacuerdo, sin duda pasa un tiempo
valioso que las empresas extractoras aprovechan vorazmente. Pasa un poco como
el fenómeno del cambio climático, al vaivén de los protocolos y reuniones
mundiales, ya el tiempo de tratar de mitigar pasó y ahora sólo hablamos de
adaptación a lo que vendrá.
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