Diario:
Notitarde La Costa. Fecha: 25-04-2014. p6. Puerto Cabello Edo. Carabobo. Columna: BioDazibao Global. Autor:
Wilfredo Jiménez Gómez. e-mail: wijimenez@terra.com
En
los años ochenta cuando estudiaba en Mérida, recuerdo que se leía en diferentes
partes de la ciudad la frase “El fin viene”, la cual era pintada por una
organización religiosa cuyo nombre ahora no recuerdo. Con frecuencia la veía y
leía en una roca de gran dimensión localizada en el viaducto Campo Elías cerca
de la avenida 2 Lora. Treinta años atrás
los religiosos tendrían sus razones para pensar así, en nuestro caso no
asociábamos ese mensaje con la destrucción del ambiente, que por cierto ya
estaba en curso, al menos yo no lo visualizaba, pero transcurrido el tiempo
ahora parece tener fundamento esa premonición.
A propósito de
la celebración el pasado miércoles del Día Mundial de la Tierra, se sabe que es motivo de preocupación la
situación actual del ambiente. Ciertamente el ser humano ha mostrado avances
importantes en ciencia y tecnología, como por ejemplo las llamadas tecnologías
limpias, pero esto no ha sido suficiente para contrarrestar los daños al
ambiente natural infligidos por las actividades humanas, siendo su expresión
más evidente de los últimos tiempos el efecto invernadero y en consecuencia el
cambio climático. Esta debacle ambiental ya se había advertido en 1972 en el
libro los Límites del Crecimiento, que en esencia fue un informe presentado al
Club de Roma por solicitud de éste, por un equipo de académicos del Instituto
Tecnológico de Massachussets y donde se estudiaron los cinco factores básicos
que determinan y a su vez limitan, el crecimiento en el planeta Tierra:
población, producción agrícola, recursos naturales, producción industrial y
contaminación.
Entre las
conclusiones del estudio se destacan que: A) Si las presentes tendencias de
crecimiento de los cinco factores antes mencionados no se modifican, los
límites de crecimiento del planeta se alcanzarían en los próximos cien años. B)
Es posible modificar estas tendencias de crecimiento y establecer condiciones
de estabilidad ecológica y económica de tal modo que se prolongue de manera
sostenible en el tiempo. Finalmente el estudio recomendaba que la población se
preparara para un periodo de gran transición, es decir, del crecimiento al
equilibrio global. Lamentablemente el mundo hizo caso omiso a estas
recomendaciones, la depredación humana traspasó los límites y actualmente vemos
como el nivel de los mares ha aumentado entre 10 y 20 centímetros, la temperatura promedio
se ha incrementado cerca de un grado centígrado, los suelos para la producción
agropecuaria se han degradado y la brecha entre ricos y pobres se ha ampliado.
Esteban Cuauro
El pasado jueves
17 falleció Esteban Cuauro, quien dedicó gran parte de su vida al cuidado de la
Reserva Biológica de Montecano. El colega y amigo Ing. Miguel Guerrero Ordaz
nos envía la siguiente nota: A finales de los años 70 del siglo pasado los
miembros de la Junta Comunera de San José de Cocodite en Paraguaná, Estado
Falcón, escucharon la propuesta de un grupo de investigadores de la naciente
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda y crearon la primera
Area Natural Protegida Comunitaria del país, específicamente la Reserva
Biológica de Montecano, actualmente en vías de convertirse en Area Bajo Régimen
de Administración Especial. Un hijo de los comuneros, Esteban Cuauro, dedicó su
vida a protegerla de múltiples enemigos con el apoyo del Centro de
Investigaciones y Estudios de Zonas Áridas y la ONG Instituto Falconiano de
Ecosistemas Costeros. Esteban se nos fue a morar eternamente entre las barbas
de palo y el sonido del viento, en su amado Montecano. Hasta siempre Esteban,
nos veremos por los senderos de ese tu bosque, nuestro monte encanecido con las
barbas de la montaña.
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