En el país las casas de estudio
pueden conectarse a la sustentabilidad mediante la Red Venezolana de
Universidades por el Ambiente
Las universidades son
corresponsables de la calidad ambiental
La formación es el aspecto clave
de la sustentabilidad universitaria
Todavía el país no tiene un plan
concreto para adaptarse a las transformaciones que vienen con el cambio
climático
Heidy Ramírez S.
@ideagenial
Las IV Jornadas Ambientales de la
Universidad Católica Andrés Bello desarrolladas el pasado miércoles, dejaron
ver que en el camino hacia la sustentabilidad no hay obstáculos, ni crisis
económica, ni apagones. En la penumbra que dejó al auditorio la interrupción
del servicio eléctrico, la vicerrectora académica Silvana Campagnaro, destacó
la sustentabilidad como el eje del proyecto formativo de la UCAB, organización
comprometida a formar ciudadanos integrales, que transformen la sociedad, de
inteligencia crítica y reflexiva y conciencia ética. Esta casa de estudios estableció la
obligatoriedad de una cátedra ambiental para todo el estudiantado sin
discriminar carreras (ya se iniciaron algunas escuelas). Ante este reto que ya
es un hecho, la profesora comentó los alcances de esta acción pedagógica sobre
2400 alumnos y profesores y en consecuencia sobre el desempeño laboral y
familiar posterior. La idea partió del PIGA, Plan Integral de Gestión
Ambiental, dentro del Plan Estratégico 20-20, según explicó el Ing. Luis Laya,
coordinador de Sustentabilidad UCAB. El desarrollo de la Cátedra ¨Ecología,
Ambiente y Sustentabilidad¨ se enmarca en la responsabilidad social
universitaria de la red de instituciones jesuíticas AUSJAL. De un entrenamiento
que será permanente, ya culminó el primer diplomado para formar profesores en
el área que estarán encargados de dictar la materia el próximo año.
El profesor Joaquín Benitez, del
postgrado de Ingeniería Ambiental, en un recorrido inicial por el tema, recordó
la premisa del desarrollo sustentable: garantizar las necesidades del presente
sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras. Sobre la
sustentabilidad universitaria comentó que ya en el año 89, una institución californiana se dedicó a revisar
el impacto ambiental en el desarrollo de sus actividades. En los noventa se dio
la Declaración de Taillores, con la asistencia de cerca de 30 rectores donde se
discutió el tema y en el 92, en la Carta de la Tierra se incluyó el necesario
rol de la universidad sustentable. Benítez enfatizó en que las universidades
son corresponsables de la calidad ambiental y tienen como tarea formar a
quienes investigarán y desarrollarán soluciones para mejorar el entorno. ¨Ser
una universidad ambiental es una tarea ardua que implica docencia, gestión del
campus, investigación, actividades de extensión con las comunidades y requiere
un alto nivel de compromiso de autoridades, profesores, estudiantes y en
general de toda la comunidad universitaria¨, expuso Benítez.
En su intervención Geovanni Siem,
coordinador del proyecto UCV Sustentable, explicó los desafíos de la
Universidad Central de Venezuela: 294 años de existencia, un terreno de 202,53
hectáreas, más de 70 edificios y el compromiso de ser parte del patrimonio de
la humanidad. Sin embargo esta institución lleva a cabo varios proyectos desde
distintas dependencias. Los alumnos de la Facultad de Ciencias coordinan un
plan de gestión de residuos y desechos, que abarca charlas y concientización.
Funciona en la UCV la Comisión de Mitigación de Riesgos, COMIR, que investiga y
desarrolla proyectos sobre vulnerabilidad. Así también tiene sede en este
recinto la Cátedra Libre de Cambio Climático, agrupación de expertos que lleva
a cabo actividades destinadas a enfrentar este problema de gran envergadura
para el planeta. La representante de este grupo, profesora Griselda Ferrara,
recordó que Venezuela está en deuda con el planeta con sus reportes de
emisiones y con los planes de adaptación. La especialista considera que ¨hay
necesidad de elevar los niveles de educación y concienciación de la población
sobre el cambio climático y esto es función de la universidad¨. La CLCC se creó en el 2009, tiene carácter
interdisciplinario y como vías de acción desarrolla charlas con la comunidad,
talleres con comunicadores, contactos con autoridades locales, actividades de
voluntariado y foros académicos.
Sobre los avances de la
Universidad Simón Bolívar, la profesora Nilla Pellegrini comentó las
experiencias en investigación del postgrado de Desarrollo Sostenible. Al
respecto, recordó que una de las metas en educación para el decenio 2005-2014
era que esta se convirtiera en un agente de cambio. Al respecto los estudios de
cuarto nivel en materia de sostenibilidad se enfocan a formar investigadores
capaces de trabajar independientemente y aportar alternativas aplicables a la
realidad. Aun cuando la matrícula de este nivel de formación es baja, se han
concretado excelentes trabajos que marcan pauta en el área. Por último la
profesora Carelia Hidalgo se refirió a la Red Venezolana de Universidades por
el Ambiente, una iniciativa para ¨enredar¨ a las instituciones de educación
superior. Ya pertenecen a ella la UCAB, la USB, la UCV, la Unimet, el IPC-UPEL,
la Universidad de Yacambú, entre otras. Y se espera que poco a poco se sumen
más que puedan compartir y mejorar sus experiencias sostenibles y que además
puedan engrosar la Alianza Mundial de Universidades sobre Ambiente y
Sostenibilidad (GUPES) en América Latina y la ARIUSA, Alianza de Redes
Iberoamericanas de Universidades por la Sustentabilidad y el Ambiente.
Declaración
de Taillores
Es una declaración a favor de la
sostenibilidad, por iniciativa de Jean Mayer, presidente de Tufts University,
quien en 1990, convocó a 22 universidades a una conferencia en Talloires,
Francia para motivar que las instituciones de enseñanza superior tomaran el
liderazgo mundial en el desarrollo, apoyo y mantenimiento de la sostenibilidad.
La Asociación de Líderes de Universidades para un Futuro Sostenible (ULSF,
"University Leaders for a Sustainable Future"), en Estados Unidos,
funciona como secretaría para la gestión de esta declaración. Hasta 2008, 378
instituciones de 50 países en cinco continentes la habían firmado.
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