CARTA ABIERTA A LOS
GOBIERNOS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
21 de septiembre de 2014
“No somos europeos...
no somos indios…
somos un pequeño género
humano.”
Simón Bolívar
Señoras y Señores Presidentes:
A
veinte años de creada la Convención Marco de Naciones Unidas sobre
Cambio Climático (CMNUCC) en la que gobiernos y ciudadanos hemos puesto
nuestras esperanzas, nos encontramos en
vísperas de celebrar una reunión convocada por el Secretario de Naciones Unidas Ban Ki Moon, quien en 2009 reconoció el
cambio climático como una de las
amenazas más grandes que enfrenta la humanidad.
Copenhague no sentó el precedente
que esperábamos, vamos camino a un aumento de 4 °C y hasta 6 °C si no detenemos
las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento
global. Cada años se vuelve más difícil cumplir con el objetivo de la
Convención estipulado en su Artículo 2do, "la estabilización de las
concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que
impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático (Art. 2,
CMNUCC).”
El proceso de negociación bajo la
CMNUCC ha sido desgastante y en muchas
ocasiones frustrante tanto para representes gubernamentales, como para personas
de la sociedad civil que llegan con gran entusiasmo a querer cambiar las cosas
y se van cabizbajos cada Conferencia de las Partes por verse imposibilitados
para incidir con propuestas en el texto de negociación o para hablar con “sus” delegados.
Existe sin duda un componente
dominante en el proceso climático y que pareciera pesar más que todos los
ecosistemas y que toda la humanidad: el poder económico. Hay una necesidad casi
generalizada de crecer económicamente y de ganar poder político. La pregunta
por tanto es, ¿qué acaso las y los presidentes de los países del mundo no son
personas? ¿no tienen familias? ¿no temen por su futuro? Quizá no por el de
ellos, pero ¿no temen acaso por el futuro de sus hijos y nietos?
Es claro que lo que pase en un
país tendrá repercusiones en los demás, por lo que todos son responsables de
una u otra manera; no obstante, esta misiva va dirigida a los gobiernos de
América Latina; a los gobiernos
nacionales, así como a los gobiernos locales y municipales, en quienes
radica buena parte de las
responsabilidades ( en temas de adaptación, transporte y manejo de
residuos); va dirigida a los
congresistas ; a las agencias de cooperación, a los inversionistas y
empresarios, a las organizaciones de la sociedad civil, a las comunidades y a
todo ciudadano y ciudadana, porque antes que ocupar un puesto o actuar bajo
algún título, somos eso, ciudadanas y ciudadanos.
América Latina y el Caribe
albergan el 34% de las especies de flora y el 27% de las especies de mamíferos
del mundo[1]; es una región en la que se encuentran cinco de los diez países
con más diversidad biológica del mundo (Brasil, Colombia, Ecuador, México y
Perú); así como el Amazonas, la zona de mayor biodiversidad del planeta,
“solamente América del Sur contiene más del 40% de la biodiversidad de la
Tierra y más de una cuarta parte de sus bosques”.[2] Estas cifras convierten a
la región latinoamericana en una “superpotencia mundial en materia de
biodiversidad” (Banco Mundial, 2012). Su diversidad cultural se compone de 522
pueblos y 420 lenguas indígenas en uso.[3] Dichas características nos hacen
coincidir con el antropólogo Darcy Ribeiro, quien afirma que “Latinoamérica,
más que una entidad sociocultural diferenciada y congruente, es una vocación,
una promesa”.
No sólo compartimos una enorme
diversidad biológica, cultural y lingüística; también compartimos la vulnerabilidad ante los efectos del cambio
climático. Algunos países son más vulnerables que otros, como es el caso de los
centroamericanos y los del Caribe, pero todos estamos expuestos y el cambio
climático condiciona nuestras necesidades de desarrollo futuro. Por otro lado,
4 países, México, Brasil, Venezuela y Argentina concentran el 80% de las
emisiones de la región[4] y en todos los casos su compromiso con acciones de
mitigación ofrece importantes co-beneficios con otras necesidades de
desarrollo.
América Latina tiene ventajas
comparativas para responder a sus necesidades de desarrollo generando un modelo
compatible con los nuevos desafíos del cambio climático. Esto está ligado a un buen y juicioso
aprovechamiento de la riqueza natural, acompañado de estrictas reglas de
convivencia con el entorno. Por ejemplo, un reciente estudio del Banco
Interamericano de Desarrollo, (BID) señala que el potencial de la región para
aprovechamiento de energía renovable
podría cubrir en más de 22 veces la demanda eléctrica de la región en
2050. Aprovechar esos recursos en seguimiento a estrictos estándares
ambientales y sociales, garantizaría a la región una transición energética y
dejar de depender de combustibles fósiles.
En este sentido, ¿qué se necesita
para cambiar las tendencias y transitar hacia una sociedad y desarrollo bajo en
carbono y resiliente al clima? Las decisiones políticas y económicas sobre nuestro
capital natural en los próximos 15 años definirán cómo vamos a aprovechar esa
“ventaja comparativa”.
El cambio climático nos ha
enseñado que si bien hay poblaciones más vulnerables, todos y todas al final
podemos vivirlo de forma diferente, pero cada vez más cercana. Es necesario
comprender que el cambio climático es un problema de desarrollo que involucra
desafíos sociales, ambientales, culturales y económicos para las sociedades
modernas. Partir de la internalización del cambio climático como eje
transversal en la planeación de los países es fundamental, no basta con la
participación del sector ambiental, es necesario que los sectores energético,
de transporte, de finanzas, de salud y demás ministerios, se integren a la
acción.
Las redes y organizaciones que
suscriben esta carta consideramos que una política climática debe contener al
menos tres elementos: una estructura institucional fortalecida, marcos legales
ambiciosos y asignación de presupuestos públicos que permitan poner en marcha
estas acciones en diferentes niveles (federal, estatal y local). También
creemos que se necesita de una clara definición de costos y de prioridades para
identificar cuánto se requiere invertir y cuánto es posible cubrir con recursos
privados e internacionales de manera complementaria. La consolidación de
esquemas de monitoreo, reporte y verificación que permitan analizar de manera
más clara la reducción de emisiones y el flujo de financiamiento, es un buen
comienzo.
La región tiene como interés
común prosperar y crecer económicamente en armonía con el medio ambiente, para
evitar mayores impactos generados por el cambio climático. Aunque a muchos
países se les ha dificultado desacoplar el crecimiento económico de la
protección ambiental, hay un interés en mejorar los estándares ambientales y
mejorar el nivel de vida de la población. El desafío es alcanzar al interior,
la denominada triple “C”, comunicación, coordinación y colaboración entre
actores tanto gubernamentales como no gubernamentales. Como bien dice Carlos
Tünnermann[5], “sólo hablando en nombre de una América Latina integrada es que
tenemos más posibilidades de ser un interlocutor en la mesa de negociaciones y
no sólo un simple suscriptor, que se adhiere a lo que ya fue decidido por el
más poderoso.” Para lograr lo anterior, es necesario garantizar un sistema
transparente, que facilite la información,
rinda cuentas e incite a la participación de la población.
El llamado de Ban Ki Moon es un
momento clave para definir de manera más certera las contribuciones que los
países harán en miras a la construcción de un acuerdo climático en 2015. La
capitalización del Fondo Verde es un paso mínimo, pero la definición de contribuciones
de mitigación, adaptación e incluso de financiamiento son importantes para
trazar esa ruta de acción urgente. El reto es muy grande, pero en la región
contamos con líderes y gente valiente que no teme en lanzar propuestas y
acciones a pesar de la disconformidad de algunos sectores. Y confiamos en que
la mayor parte de la población apoyará la valentía de sus representantes
gubernamentales y no gubernamentales.
Necesitamos gente con ganas de
cambiar las cosas. Alrededor hay muchas personas, organismos e instituciones
trabajando y con ganas de apoyar. América Latina puede ser el ejemplo que el
mundo necesita.
Argentina, Bolivia, Brasil,
Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, y colegas del Caribe
Antigua y Barbuda, Aruba, Bahamas, Barbados, Cuba, Dominicana, Granada,
Guadalupe, Haití, Islas Caimán, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes, Jamaica,
Martinica, Puerto Rico, República Dominicana, San Bartolomé, San Cristóbal y
Nieves, San Vicente y las Granadas, Santa Lucía, Trinidad y Tobago, este es el
momento de hacer que las cosas cambien. La COP20 es nuestra COP y el futuro lo
compartimos todos y todas ¡Juntos Elevemos la Voz!
[1]http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2012/10/17/america-latina-biodiversidad-conservacion
[2]
Bovarnick A, F Alpizar, C Schnell, Editores. La Importancia de la
Biodiversidad y de los Ecosistemas para el Crecimiento Económico y la Equidad
en América Latina y el Caribe: Una Valoración Económica de los Ecosistemas,
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2010.
http://www.zaragoza.es/contenidos/medioambiente/onu/175-spa-sum.pdf
[3] http://www.unicef.org/honduras/tomo_1_atlas.pdf
[4] CEPAL 2012
[5] http://polis.revues.org/4122
ASOCIACIÓN AMBIENTE Y SOCIEDAD
http://www.ambienteysociedad.org.co/es/inicio/
CENTRO ALEXANDER VON HUMBOLDT
http://humboldt.org.ni/
CLIMATE
ACTION NETWORK LATINOAMÉRICA
http://www.can-la.org/
FORO DEL BUEN AYRE
http://foroba.4t.com/
FUNDACIÓN AVINA
http://www.avina.net/esp/
GRUPO DE FINANCIAMIENTO CLIMÁTICO PARA AMÉRICA LATINA Y EL
CARIBE
http://eepurl.com/3e-a5
MESA NACIONAL DE CAMBIO CLIMÁTICO
http://mncc-guatemala.blogspot.mx/
PLATAFORMA CLIMÁTICA LATINOAMERICANA
http://intercambioclimatico.com/
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