Diario:
Notitarde La Costa. Puerto Cabello Edo. Carabobo. Fecha: 24-04-2015. Columna: BioDazibao Global. p6. Autor:
Wilfredo Jiménez Gómez.
Cuenta el profesor López
Palacios en su libro Usos Médicos de Plantas Comunes, que a final de los años
70 del siglo pasado, una profesora de la Universidad de Los Andes le solicitó
información sobre nombres botánicos y bibliografía de plantas exóticas con el
fin de elaborar su trabajo de ascenso; ante esa solicitud él le sugirió que
hiciera un trabajo “más práctico y más en relación con nuestro medio”, es
decir, que trabajara “con plantas autóctonas, de modo que resultara utilizable
por nuestras gentes”. La respuesta de la profesora fue sorprendente, ya que
manifestó que “no le importaba que su trabajo fuera práctico o no fuera, que ya
lo tenía planeado así y que lo que le interesaba era su ascenso que estaba
retrasado”.
Lo antes citado
ilustra de manera fiel la forma de hacer ciencia que ha predominado en
Venezuela al menos desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Es
el tipo de ciencia que mayoritariamente está orientada por motivaciones personales, para satisfacer particularidades,
sin visión de bienestar social o colectivo. Es pertinente enfatizar, que hay
excepciones en cuanto a líneas de investigación que sí se corresponden con una
visión para resolver problemas de la población u ofrecer mejoras en su calidad
de vida; por ejemplo en materia de salud tenemos las contribuciones de la
ciencia venezolana en la cura de la lepra y de la Leishmaniasis. En resumen,
creemos que el país está ávido de contar y servirse de la investigación
aplicada; no se trata de descalificar la investigación básica sino de darle
prioridad a la aplicada, ya que la nación necesita solucionar sus problemas por
medio del conocimiento obtenido haciendo ciencia.
Queremos
insistir en que no se trata de asumir una posición prejuiciada en detrimento de
la ciencia básica, porque estamos claros en que la misma es importante, aunque
ciertamente sus resultados no sean de mucha utilidad en el corto plazo por no
ser de aplicación inmediata, pero a mediano y largo plazo sí pueden serlo. Por
ejemplo en el campo de las ciencias forestales y específicamente en el estudio
de los bosques tropicales, un tema de investigación básica es el relativo a la
fenología de especies arbóreas, cuyos resultados en esencia nos darán luces
sobre las épocas de floración, fructificación, follaje y colecta de semillas,
entre otros aspectos. Esta información es importante para el uso y
aprovechamiento racional de los bosques previendo el establecimiento de
plantaciones forestales; igualmente la información es de suma importancia para
la conservación de especies vegetales y en general de la diversidad biológica.
Ahora bien, si desde una perspectiva de las ciencias forestales esta
investigación es relevante y ayuda a resolver problemas, la misma probablemente
no lo sea desde una visión científica que dé prioridad a la búsqueda de
soluciones a situaciones que afectan directamente y en gran magnitud a la
población, tales como enfermedades, mala calidad del agua para consumo humano,
déficit en la producción de alimentos, debilidades en el sistema educativo,
contaminación ambiental, etc. Insistimos en la necesidad de establecer
prioridades en el quehacer científico, las cuales deben ser producto de la
compenetración de la comunidad de investigadores con la realidad o el día a día
de la sociedad venezolana.
Colocados en
este punto, es urgente reorientar la política científica del país, la cual debe
ser transformada en función de satisfacer las necesidades que en materia de
ciencia y tecnología requiere la nación según sus objetivos e intereses de
Estado. Gran parte de esa política está contenida en la Ley Orgánica de
Ciencia, Tecnología e Innovación.
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