Cuando las
comunidades se planten contra la contaminación, los gobiernos y las empresas
cambiarán su comportamiento. Un proyecto
europeo que permite visualizar las consecuencias de la demanda de energía y
recursos en un mundo cada vez más poblado
Heidy Ramírez @ideagenial
La demanda de
energía y recursos naturales en un mundo cada vez más poblado origina problemas
ambientales y sociales. Sin duda esta situación ha acompañado a la humanidad
desde siempre, pero probablemente en la actualidad, caracterizada por un alto
desarrollo tecnológico y una comunicación casi instantánea, su existencia
resulta paradójica. No hay continente exento, así lo muestra el Atlas Global de
Justicia Ambiental, una plataforma interactiva de mapas que analiza la
trayectoria de más de un millar de conflictos ecológicos y espacios de
resistencia a nivel mundial.
El mapa fue
presentado en la Delegación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (Bruselas), producto del trabajo de un equipo internacional de
expertos coordinado por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología
Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB). El Atlas Global
de Justicia Ambiental es resultado del proyecto europeo EJOLT (Environmental
Justice Organizations, Liabilities and Trade) como proceso colaborativo entre
activistas y académicos.
El catedrático
de la UAB, Joan Martínez Alier, director del proyecto EJOLT, explica que esta
iniciativa “muestra cómo los conflictos ecológicos están aumentando en todo el
mundo, por las demandas de materiales y energía de la población mundial de
clase media y alta”. Acotó que las comunidades que reciben el mayor impacto de
los conflictos ecológicos son pobres, a menudo indígenas, que no tienen poder
político para poder acceder a la justicia ambiental y a los sistemas de salud.
Leah Temper,
investigadora del ICTA UAB y coordinadora del Atlas, expone que aunque el mapa
muestra tendencias preocupantes como la impunidad de las compañías que cometen
delitos medioambientales o la persecución de los defensores ambientales,
también inspira esperanza. ¨Entre las muchas historias de destrucción ambiental
y de represión política también se hallan casos de victorias, situaciones donde
se ganan los juicios legales, proyectos que se cancelan y los bienes comunes se
retornan a la comunidad.
La plataforma en
línea permite búsquedas y filtros entre
cien campos y posibilita visualizar los conflictos por tipo de
mercadería, compañía o país. El mapa presenta puntos de colores que identifican
el origen del problema, sobre ellos el usuario puede hacer clic y obtener datos
como actores implicados, descripción, fuentes de información y resultados de
las acciones. Uno de los objetivos es facilitar la interacción entre grupos de
trabajo afines y el aumento de la visibilidad de los conflictos. También se
podrá utilizar en el ámbito de la educación y para la defensa legal de casos. Los
expertos indican que puede que se vea el mapa todavía como muy incipiente, con
buena cobertura de algunas áreas y con espacios y regiones vacíos, pero la idea
es que se sumen más organizaciones civiles e investigadores en áreas
específicas que puedan contribuir con el proyecto.
Una de las
conclusiones importantes es que los movimientos sociales de justicia ambiental
de base son clave para conseguir que las formas de consumo y producción sean
más justas, equitativas y menos perjudiciales. Según Temper, “sólo cuando las
comunidades se planten contra la contaminación, los gobiernos y las empresas
cambiarán su comportamiento”.
En el caso de
América Latina, del total de casos que reseña el Atlas más de 300 son de la
región. Colombia presenta la cifra más alta: 72, seguida por Brasil con 58 y
Ecuador con 48. Los puntos anaranjados que corresponden a afectaciones por
minería abundan en la costa occidental de toda Suramérica. Son escasas las
referencias a asuntos relacionados con el agua o con la conservación de la
biodiversidad. No obstante es bueno recordar que el mapa está en plena
construcción. En lo que compete a Venezuela, por ahora son tres los temas: la
explotación de carbón en el estado Zulia que afectaría las fuentes de agua de
la zona; los señalamientos a la empresa Smurfit Kappa, productora de papel por
sus siembras de especies forestales y su potencial efecto en la deforestación y
perturbación de acuíferos y la explosión de la Refinería de Amuay en el 2012,
con sus incidencias sociales, políticas, económicas y ambientales todavía no
resueltas.
En cuanto al
proyecto europeo EJOLT, éste engloba a 23 universidades y organizaciones de
justicia ambiental de 18 países y está financiado con 3,8 millones de euros. El
resultado es fruto del esfuerzo del consorcio internacional y de una red de
colaboradores externos que trabajan conjuntamente desde hace más de tres años
creando y enriqueciendo bases de datos, mapas e indicadores ambientales
relacionados con los conflictos ecológicos. El proyecto además desarrolla casos
de estudio, apoya acciones legales, escribe informes, artículos, libros y
documentales para difundir las mejores prácticas de justicia ambiental. Para
más información sobre EJOLT:
http://ejolt.org/ Y sobre el Atlas Global de Justicia Ambiental: http://www.ejatlas.org/
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