Heidy
Ramírez
@ideagenial
Realizada
recientemente en Margarita esta consulta propuso cambiar el sistema de vida a
uno más cónsono con el ambiente
Del
15 al 18 de julio se realizó en la Isla de Margarita, en nuestro país, la
precumbre a la PreCop Social de Cambio Climático, un encuentro de
organizaciones con el objetivo de realizar la primera consulta pública mundial.
La propuesta es hacer un puente entre los gobiernos y los movimientos sociales
para analizar la amenaza planetaria y proponer acciones. Este avance puede
calificarse como vital para Venezuela, país petrolero que indirectamente
contribuye a las emisiones de CO2 a la atmósfera y por ende al calentamiento
global. Sin duda poner el tema en la palestra de la agenda pública, hacerlo
notorio y darle la debida importancia, hará que las instancias gubernamentales
incluyan en sus planificaciones con mucha mayor urgencia los temas ambientales
y más aún engranen las distintas actuaciones bajo un solo paradigma: sin
planeta no hay vida.
El
evento prepara el terreno para las tres consultas políticas de alto nivel
convocadas para este 2014 en lo que concierne a las negociaciones climáticas.
Una de ellas se dará el 23 de septiembre en la sede de la ONU en Nueva York,
Estados Unidos, convocada por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, en
el marco de la 69 Asamblea General de Naciones Unidas. Posteriormente del 4 al
7 de noviembre Venezuela acogerá la PreCOP Social de Cambio Climático. Y a
finales de año en Lima Perú, se llevará a cabo la vigésima Conferencia de las
Partes (COP 20). Esta Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), es una reunión anual donde
intervienen representantes de diferentes naciones para sostener no sólo
discusiones ambientales, sino intercambios transversales a los ámbitos de
desarrollo económico y social, donde la meta es visualizar el futuro del
planeta de con la óptica del desarrollo sostenible.
En
esta ocasión, la precumbre resultó en la Declaración de Margarita sobre Cambio
Climático, bajo el lema ¨Cambiando el sistema, no el clima¨. Este documento
final destaca el compromiso de las organizaciones sociales participantes con el
buen vivir, en armonía con los ecosistemas de la tierra, como vía para combatir
la crisis ambiental actual y el cambio climático, y deja asentado que ¨la
crisis actual es el resultado de sistemas de desarrollo insostenibles e
incompatibles con la felicidad de los pueblos¨, además de sostener que el tema
ambiental es de carácter político y por ende es deber de los gobiernos y del
sistema multilateral escuchar todas las voces.
Como
grandes conclusiones y recomendaciones de este acercamiento, cuya puesta en
práctica de algunas, sería realmente loable, se tiene que es necesario
compartir las experiencias alrededor del mundo para entender y construir
soluciones verdaderas. En cuanto a la juventud, ésta ¨debe estar politizada y
empoderada¨ para que tenga voluntad y capacidad de transformar las cosas.
La
declaración expone que la piedra angular es la educación y la comunicación. El
tema ambiental debe ser un pilar del currículo estudiantil, por lo que hay que
repensar la manera en que se educa sobre ambiente y cambio climático. El
documento apunta que ¨las luchas del sur deben ser apoyadas desde los países
del norte. Los países ricos deben comprometerse a buscar una solución¨. Al
respecto se solicita reivindicar la noción de solidaridad y entender las desigualdades
entre las naciones.
Las
ideas aportadas en los tres días de mesas de trabajo abarcan diversos tópicos,
muchas de ellas demandas que requieren la contraparte, el proyecto del cómo
ponerlas en práctica y lo más importante, su posible financiamiento. Aunque se
reconoce en el documento que para no sobrepasar los 1,5 grados de incremento en
la temperatura habría que dejar el 80% de las reservas de combustibles fósiles
conocidas bajo la tierra, se indica que para esto es necesario que los países
desarrollados reduzcan inmediatamente el consumo y extracción de los mismos.
Pero por otra parte se pide consideración a los países en desarrollo que viven
de esta actividad, en cuanto a la adaptabilidad paulatina a otros medios de
vida.
La
declaración solicita la implementación de un Tribunal de Justicia, Ética y
Moral de Cambio Climático; así también se refiere al alerta, prevención y
manejo de riesgos como partes integrales de los procesos de adaptación. Rechaza
la mercantilización de la naturaleza como una solución y exige la reparación de
las deudas históricas de algunos países. Señala además que es necesario
rescatar las tecnologías ancestrales y el apoyo a tecnólogos populares.
Por
último, la precumbre exige a la ONU la difusión pública y la inclusión de más
organizaciones a las sesiones, reuniones y negociaciones, alegando que la
participación social es un motor fundamental para la transformación. Rechaza la
implementación de soluciones ¨falsas¨ al cambio
climático tales como: mercados de carbono y otras formas de
privatización y mercantilización de la vida, la geoingeniería, la producción de
agrocombustibles y todas las medidas que favorezcan el agronegocio. Y
finalmente, aboga por la transformación de los patrones de consumo energético
mediante procesos formativos, regulaciones para los grandes consumidores y
empoderamiento del pueblo sobre los sistemas de producción de energías
renovables a pequeña escala bajo control comunitario.
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