Diario:
Notitarde La Costa. Fecha: 21-06-2013. p6. Puerto Cabello Edo. Carabobo. Columna: BioDazibao Global. Autor:
Wilfredo Jiménez Gómez. e-mail: wijimenez@terra.com
Según
el portal diversidad biologica el caimán de la costa (Crocodylus acutus) se
distribuye desde las costas de Florida, en Estados Unidos, hasta las costas del
Mar Caribe en Venezuela y costas peruanas en el océano Pacífico, pasando por
zonas costeras del Atlántico y Pacífico centroamericano y las Antillas mayores
(Cuba, Jamaica, Haití y República Dominicana). En Venezuela se distribuye a lo
largo de la costa, incluyendo las cuencas bajas de los ríos que desembocan en
el Mar Caribe. Las poblaciones más abundantes de caimanes de la costa se
encuentran ubicadas en las desembocaduras de los ríos Aroa, Tocuyo y Yaracuy y
en zonas de manglares como en el Refugio de Fauna de Cuare, el Parque Nacional
Morrocoy y Turiamo, específicamente en las biorregiones costera continental y
depresión del Lago de Maracaibo.
Investigadores
como Seijas, Chávez y Arteaga coinciden en que esta especie enfrenta una gran
amenaza por la continua destrucción de su hábitat. Por esta razón el Ministerio
del Ambiente declaró en 1996 la veda del caimán de la costa y posteriormente,
durante el mismo año, lo cataloga como especie en peligro de extinción mediante
los decretos 1485 y 1486. Esta especie también está incluida en el Apéndice I
de la Convención Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora
Silvestre. Científicos como Kushlan, Mazzotti y Thorbjarnarson indican que de
acuerdo con la Comisión Internacional para la Conservación de la Naturaleza,
Crocodylus acutus sigue siendo una especie vulnerable a pesar de los esfuerzos
efectuados en pro de su conservación. Urdaneta afirma que en Venezuela la
población del caimán de la costa ha experimentado un incremento paulatino. Este
es un hecho relevante, una buena noticia que merece ser difundida.
Cuando
la especie humana ocupa, interviene, perturba y/o deteriora el hábitat del caimán
de la costa, es lógico que aumente la probabilidad de ocurrencia de accidentes
del hombre con estos animales, es decir, si por ejemplo se construye una zona
residencial cerca del hábitat del caimán o peor aún si el hábitat es impactado
de manera negativa, es de esperar
alguna reacción natural por parte de los caimanes, que obviamente va a generar
temor entre los pobladores por los diferentes riesgos que pueda representar la
presencia de estos animales cerca de las residencias. Esto es importante razonarlo
y discutirlo desde una perspectiva ecológica, nos parece que este punto de
vista es el más sensato, ya que no es justo satanizar el papel de los caimanes
en la naturaleza, presentándolos como plagas, tampoco es justo presentarlos
como una amenaza para la especie humana, como los malos de la partida; cuando
en verdad es el hombre el que ha irrespetado el hábitat del caimán de la costa
y en consecuencia ha creado situaciones conflictivas que involucran a ambas
especies y que, a veces, desde una perspectiva sensacionalista se llega a
desvirtuar la realidad, al punto de presentarla como una relación antagónica,
donde el hombre es la víctima y el caimán es el victimario, lo cual en el fondo busca justificar la matanza
a gran escala de estos animales. Esta es la “solución” que surge de una
interpretación errada de la realidad. La solución desde la visión ecológica es
que el hombre respete, proteja y defienda el hábitat del caimán de la costa y
de esta manera se garantice la conservación de esta especie, incluso su
aprovechamiento racional en el tiempo y en el espacio, que en definitiva será
la mejor contribución para la conservación de la diversidad biológica del país.
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