Diario:
Notitarde La Costa. Puerto
Cabello Edo. Carabobo. Fecha: 06-07-2012. Columna: BioDazibao Global. Autor: Wilfredo
Jiménez Gómez.
En ocasión de cumplir
actividades académicas en la
Universidad de Los Andes (ULA), tuvimos la oportunidad de
visitar la ciudad de Mérida la semana pasada. Lamentablemente observamos con
sorpresa y desolación que la ciudad y sus habitantes sufren el caos de la
basura, dicho en términos más técnicos, sufren las consecuencias de la pésima
gestión en materia de desechos sólidos.
“Mérida suya” fue durante muchos años el lema
de la institución que promueve el turismo en la ciudad y el estado andino. Como
se sabe, la actividad turística, la universidad y la agricultura son
los bastiones fundamentales de su economía. El turismo se ha fundamentado en los
bellos paisajes, la temperatura agradable, la artesanía y la cultura andina en
general, incluso en la limpieza de la ciudad, que la hace atractiva.
Actualmente la situación ha cambiado de manera radical, tanto así que siendo
objetivos tenemos que afirmar con dolor que la realidad pasó a ser “Mérida sucia”, es obvio que esto no
puede ser un lema, pero sin duda es una verdad desgarradora.
El problema se inicia
con el vencimiento del contrato entre la Alcaldía del Municipio Libertador y la empresa
recolectora de basura, para lo cual no se tomaron las previsiones pertinentes
en cuanto al proceso de licitación para sustituirla por una empresa más
eficiente, ya que la calidad del servicio había desmejorado de manera
alarmante. En su desesperación los ciudadanos han optado por protestar lanzando
y quemando la basura en la calle, incluso levantando barricadas con los mismos
residuos y desechos.
Tanto el alcalde como
el gobernador pueden resolver el problema, pero en vez de promover el diálogo y
facilitar el encuentro de soluciones, ambos apuestan a mantener el caos de la
basura y de esta manera tratar de obtener cada uno dividendos electorales, ya
que ambos aspiran la gobernación del estado, uno a elegirse por primera vez, el
otro a reelegirse. A todas luces este es un accionar equivocado que perjudica
al pueblo merideño. En fin, la pugnacidad política entre la derecha y la
izquierda impide la resolución del problema.
Causa indignación que
dos profesionales universitarios sean protagonistas de este pugilato
político-electorero. Tanto el alcalde como el gobernador se graduaron en la ULA, uno es ingeniero químico,
el otro es médico; uno es barinés, el otro es larense, pero ambos han vivido en
Mérida durante muchos años, sin embargo sus actuaciones con respecto a la
basura desdicen mucho de lo que debería ser el comportamiento de dos personas
que se han formado en el alma mater. Ninguno parece sentir afecto por la ciudad
que los cobijó. Dónde están los valores socialcristianos, dónde quedaron los
valores socialistas, ¿acaso se perdieron?, ¿solo priman los intereses personales
y no los colectivos?.
Es necesario
establecer responsabilidades, la
Defensoría del Pueblo debe actuar, igualmente la Fiscalía Ambiental.
wijimenez@terra.com
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