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viernes, 9 de marzo de 2018

MARY LOU GOODWIN PIONERA DEL ECOTURISMO Y EL PAJAREO EN VENEZUELA

Un artículo exclusivo para la Revista Explora, iniciativa venezolana en su segunda edición, disponible en www.grupoexplora.com.ve ¡gracias a Alberto Blanco Dávila por dejarnos formar parte de este bello proyecto!


Un homenaje de Explora a quien fuera en vida parte de la directiva de la Sociedad Conservacionista Audubon además de modelo de la buena práctica del ecoturismo, líder de campañas a favor del ambiente, autora de la guía “Birding in Venezuela”, activista, amante y defensora de las bellezas naturales del país


Después de muchos años en el país y haberlo recorrido de punta a punta, levantando con placer las alas en cada ocasión, bañándose en sus ríos, transmitiendo a quienes la acompañaban un amor sincero por la tierra que disfrutaba y entrenando a los observadores de aves, Mary Lou Goodwin tomó la decisión de volver a Estados Unidos, su origen. “Pero no me hallo, no me siento feliz”, cuenta que ella decía Clemencia Rodner, una de sus incansables compañías. Y volvió. Ya se había acostumbrado al calor tropical y a la cercanía de la gente. Y se quedó hasta que su vuelo terminó en 2012, luego de haber dejado una marcada trayectoria en el ecoturismo y la observación de aves en Venezuela. En un merecido homenaje, Explora conversó con muchos de quienes disfrutaron su presencia para poder dejar testimonio del aporte de esta pionera de una de las actividades que podría ser otro distintivo de nuestro hermoso territorio: el ecoturismo.


Mary Lou Goodwin nació en Portland, Estados Unidos en 1925 y se licenció en Estudios Latinoamericanos. Llegó en los cuarenta a nuestras costas y empezó a trabajar como traductora para una compañía petrolera. Paradójicamente, si se piensa en su espíritu aventurero, hizo carrera durante años en una empresa de seguros y en paralelo fundó y desplegó las actividades de la Sociedad Conservacionista Audubon, dedicada  a las aves. Allí fue parte de la junta directiva, gerente de Conservación y Activismo y gerente también de Ecoturismo.


A Mary Lou se le debe la guía “Birding in Venezuela”, un manual para el observador de aves que documentó las especies, su plumaje y rasgos físicos, hábitos, ubicación y los lugares de anidada. Fueron más de cuatro ediciones para poder desarrollar feliz el pajareo. En la década de los noventa también se dedicó a la publicación de las listas de aves de muchos parques nacionales en colaboración con científicos del área, así se tienen las listas de las especies del Parque Nacional Tamá, del Guatopo, el Henri Pittier, Yacambú, el Cinaruco – Capanaparo, Morrocoy, Canaima, la Reserva Forestal de Imataca. Participó en muchas conferencias y congresos y además se dio a la maravillosa tarea de hacer decenas de grabaciones de los cantos de los pájaros en una labor que solo corresponde a un alma maravillada por el misterio de estos seres alados.

Alberto Blanco, director de Explora cuenta sobre MLG: “Yo no sabía identificar un zamuro de un gavilán pero ella me enseñó, me motivó y cambió mi vida. Me convirtió en todo un Guía de Observación, me inculcó el amor y el interés por las aves y la forma de organizar viajes muy responsables y de gran calidad. Dejó un legado incalculable, fue maestra e inspiró a cientos de personas”.  Con el paso del tiempo la labor de Goodwin fue tornándose más apasionada, tal como cuenta Alejandro Luy director de la Fundación Tierra Viva  quien compartió muchas excursiones con ella, “era una persona que se comprometía con una causa, muy testaruda, pero eso era su gran virtud, además de organizada y metódica.  Era capaz de levantar campañas internacionales en contra de programas como la cacería del tigre o ​contra la explotación de aves canoras. Eran acciones que lograba cuando no había internet, si acaso fax y por supuesto no existían las redes sociales”.


Un rasgo comentado por muchos de quienes la conocieron era su alimentación, que no dejaba de de ser muy cuidada y además de alta cocina a pesar de estar en parajes totalmente desprovistos de comodidades. David Ascanio recuerda “comer sus almuerzos era algo totalmente único,  siendo chamos teníamos acceso a alimentos y sabores que no conocíamos como la rúgula, las semillas de mostaza, panes con granos y tantos otros. Y también su forma de hablar, a pesar de pasar décadas en Venezuela, siempre mantuvo su acento musiú  por lo que era muy gracioso escucharla decir modismos venezolanos con acento extranjero”.


Clemencia Rodner, quien perteneció a Audubon y trabajó con Goodwin de una manera mucho más cercana, particularmente en excursiones y en la edición de la guía, fue quien la conoció más estrechamente, por eso con toda seguridad cuenta las anécdotas. “Ella empezó a trabajar con observadores pero también con científicos y así abrió la ruta para el turismo especializado, ayudaba en las investigaciones, a capturar y liberar los pájaros, hacer los registros, evaluar los microorganismos que los afectaban. Se sabía todas las especies criollas (son cerca de 1400), reconocía sus cantos, sus hábitos y dónde se ubicaban los especímenes. Ella simplemente se enamoró de este país. Menuda, delgada, ágil, energética, se levantaba a las cuatro de la mañana y tenía listas hechas con todo lo que iba a hacer organizado de antemano”. Los caminos recorridos fueron arraigándose y probablemente se gestó en Mary Lou la necesidad de hacer mucho más. Así, como conservacionista de alma vida y corazón empezó a desplegar su activismo ambiental, pero siempre teniendo como bandera la integridad, según cuenta Rodner “Conoció a Venezuela desde el Cabo San Román hasta el Cerro La Neblina y nunca pidió un medio para ella ni quería ninguna posición o puesto político”.


Un halcón activista


En 1995 en un artículo sobre Mary Lou publicado por The Daily Journal, diario de esa época que se editaba en inglés, Bridget Parker iniciaba el texto diciendo que no resultaba inapropiado compararla con un ave, aunque sí difícil porque ella lucía a veces inquisitiva como un petirrojo pero otras veces como un halcón que no soltaba la presa. Y esta última comparación se debía a su posición ante algunos problemas ambientales. Uno de ellos, la deforestación en el estado Mérida que amenazaba el hábitat del Gallito de las Rocas. Así empezó una campaña dirigida al Ministerio del Ambiente que fue escuchada y se paralizó la tala en la zona. Luego vino la Laguna de Píritu donde las poblaciones de flamencos se veían amenazadas por la instalación de camaroneras o las salinas en Los Olivitos en el Estado Zulia cuya explotación también atentaba contra los ecosistemas de la zona. También en los noventa emprendió la campaña en contra de la actividad minera en el Alto Caroní. En torno a este tema se recibieron miles de cartas de protesta de todas partes del mundo, acción propiciada por Mary Lou con el objetivo de obstaculizar no solo los daños a los recursos naturales sino la afectación de las zonas habitadas por los indios Maquiritare.

Miguel Lentino director de la Colección Ornitológica Phelps cuenta sobre esta faceta que Mary Lou era una persona correcta y tenaz. “Voló varias veces por la costa y vio como los sitios estaban siendo alterados, afectando los humedales y tumbando los manglares. Por tanto se dedicó a recopilar información de los casos y presentar las quejas. Esta parte del activismo respondió a que se le disparó el amor por el país y en consecuencia tuvo que enfrentarse a situaciones complejas y difíciles. Mantenía una posición muy crítica ante el Ministerio del Ambiente, organismo que afortunadamente para ese entonces era receptivo y aceptaba el diálogo. Ella era respetada y oída y al ser tan vehemente se ponía en serio dentro del problema y lograba soluciones. Era el motor de empujar cosas, así impulsó a Audubon al activismo pero con sustento e investigación. Fue la primera persona en hablar de ecoturismo por el lado de la observación de aves, un mercado muy importante en el mundo que en Venezuela tiene mucho potencial y también fue una maestra que enseñaba el amor por las aves y en general por los principios de la vida”.


Soliria Menegatti, quien también se desempeñó en Audubon y conoció a Mary Lou recuerda “como lo hizo Elizabeth Klein, otra extranjera que tomó a Venezuela como suya, recorrió el país varias veces en todos sus rincones, incluso ya con cáncer, para hacer la última actualización de su libro. Nada la detenía. Al final, vivió sus últimos días en su casa en El Junko, Caracas, con un hermoso comedero de aves donde llegaban más de 21 especies. Quedó entre nosotros su espíritu agradecido y alegre y sus cenizas, fueron esparcidas como ella quería, por todos sus amigos, entre las flores de su jardín”.  La mejor descripción de la trayectoria de esta mujer que ya forma parte de la historia ambiental del país la hace Clemencia Rodner al decir que Mary Lou Goodwin fue una verdadera trailblazer, una pionera, una abridora de caminos que supo inculcar en quienes la rodearon no solo el amor a las aves sino hacia todas las criaturas y las bellezas naturales de una tierra que adoptó y defendió. Habría que agregar además que su semilla suma al acervo nacional de valores humanos que toca a las generaciones venideras desempolvar, rescatar y elevar para la edificación del venezolano. 

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